Los últimos días en Kenia, antes de despedirnos con mi madre para continuar mi viaje hacia Tanzania, los queríamos pasar en la costa. Después del safari y de nuestra visita por Nairobi necesitábamos un poco de relax en la playa. La costa de Kenia es un destino popular de vacaciones para los turistas extranjeros y también para los propios kenianos. Gran parte de la costa está llena de grandes resorts. Siempre intento alejarme de este tipo de zonas masificadas, ya que prefiero ir a algún sitio que aún conserve la autenticidad del lugar. Estuve buscando mucho y me costó bastante elegir el sitio, pero al final lo encontré. Nuestro destino seria Wasini Island, una pequeña isla al sur de la costa de Kenia, casi tocando a la frontera con Tanzania. Como comenté en la entrada anterior, nuestro plan inicial era coger un tren de Nairobi a Mombasa, la principal ciudad de la costa. Pero como lo cancelaron en el último momento tuvimos que improvisar y al final fuimos en autobús. Salimos el sábado por la mañana y el trayecto duró unas 10 horas. El autobús era muy cómodo, y pagando sólo un par de euros más tuvimos asiento V.I.P. Eso sí, era hortera como todos. La carretera de Nairobi a Mombasa es una larguísima recta que atraviesa el parque más grande de Kenia, el Parque Nacional de Tsavo. Un camino bastante monótono. Llegamos a Mombasa sobre las seis de la tarde, y como no teníamos tiempo de ir hacia la isla, pasamos esa noche en un hostal de mochileros en Nyali Beach, al norte de la ciudad. Un sitio bastante sencillo pero con piscina. En Mombasa hacia bastante más calor que en Nairobi, y después del largo viaje, un baño nos sentó genial. En la isla íbamos a alojarnos en Paradise Divers, un centro de buceo que también cuenta con algunas habitaciones. Antes de ir estuve hablando varias veces con Francis, el responsable del sitio, que nos organizó nuestra estancia. Debido a los conflictos políticos que hay en Kenia actualmente y después de varios ataques terroristas, hay muy poco turismo, sobretodo en la costa. La única parte positiva de todo esto es que los pocos que estamos podemos disfrutar de más tranquilidad y mejores precios. El alojamiento en Paradise Divers estaba por encima de nuestro presupuesto, pero como había poca gente, Francis nos hizo un buen precio. El domingo por la mañana nos recogieron en el hostal de Mombasa en coche y nos llevaron hasta Shimoni, un pequeño pueblo de pescadores desde donde iríamos a la isla. Allí nos encontramos con Francis que nos esperaba en el puerto del pueblo con una minúscula barca. La isla está muy cerca de la costa y llegamos en sólo 10 minutos. Las vistas eran geniales: agua cristalina, algunos barcos pesqueros y locales bañándose. A medida que nos acercábamos a la isla íbamos descubriendo el sitio donde pasaríamos los dos siguientes días ¡pintaba genial! Nuestra habitación era una casita con terraza con vistas directas al mar, precioso. En el resort también había una zona central con mesas, sofás y una zona “chill out” con cojines en el suelo. También dos o tres tumbonas para tomar el sol y una pequeña piscina, aunque aún no la habían limpiado y no se podía usar. Durante los dos días estuvimos solas, ya que no había nadie más alojado en el resort. Al llegar nos recibieron con una buenísima comida y después estuvimos tomando el sol hasta el atardecer. Luego fuimos a dar una pequeña vuelta por el pueblo de al lado y los alrededores. En la isla la mayoría de gente es musulmana. El lunes por la mañana fuimos a bucear. Fueron nuestras primeras inmersiones después de nuestra estada en el Mar Rojo, en abril. Los alrededores de Wasini Island forman parte de la Reserva Marina de Kisite y es un buen sitio para bucear. Preparamos el equipo y nos subimos a una pequeña barca muy vieja que dudo que cumpliera con ninguno de los requisitos de seguridad para el buceo. Normalmente se ve que tienen una mejor, pero el motor estaba estropeado, así que tuvimos que ir con esa. En esta zona, el nivel del agua del mar cambia con las mareas y dependiendo de la hora del día teníamos el agua justo al lado del hotel o teníamos que caminar varios metros. Los chicos del resort cargaron nuestro material hacia la barca ya que en ese momento la marea estaba muy baja y teníamos que caminar un buen trozo. Después de más de una hora navegando nos paramos cerca de unas pequeñas islas dentro de la reserva marina. Allí hicimos un par de inmersiones. Durante esta época la visibilidad no es muy buena, pero aun así hay muchos corales y peces tropicales. En la primera inmersión, en un punto conocido como Dolphin Point, pudimos ver un par de delfines que pasaron nadando a sólo unos metros de nosotros, ¡espectacular! Esa tarde teníamos planeado ir a caminar por la isla, pero con esas vistas y tantos sofás disponibles fuimos incapaces de levantar el culo, así que nos quedamos el resto del día disfrutando de la tranquilidad del hotel. La mañana siguiente hicimos nuestra última inmersión. Esta vez fue en el canal que hay entre la isla y la costa. Pudimos ver, entre otras cosas, langostas muy divertidas de varios colores. Después de un buen desayuno nos despedimos de la isla y fuimos hacia Mombasa. Esa era la última noche de mi madre en Kenia, así que al último momento decidimos flexibilizar un poco el presupuesto y pasar nuestra última noche juntas en un hotel “de lujo” en vez de en un hostal de mochileros. Tampoco es que fuera un hotel de gran lujo, pero era el típico resort con miles de habitaciones con terraza y vistas al jardín o al mar. Con tres piscinas, centro de buceo, actividades varias, un buen bufet etc. Vamos, el típico sitio que quería evitar. Pero un día de comodidades nunca viene mal. Al día siguiente mi madre se fue al aeropuerto y yo me quedé vagueando por las piscinas del hotel hasta las 5 de la tarde, cuando volví a un hostal de mochileros. Esta vez fui a otro hostal, Nirvana Backpackers, también en Nyali Beach, muy cerca del resort. Nyali Beach es una zona de playa a unos 15 minutos al norte del centro de Mombasa. Está lleno de hoteles y apartamentos, y tiene un área con centros comerciales, supermercados y restaurantes. La verdad es que paseando por allí tenía la sensación de estar en la Costa Brava. La propietaria del hostal es una chica inglesa que lleva varios años viviendo en Kenia. En realidad es su propia casa y tiene varias habitaciones donde aloja a los viajeros. Es una casa con un enorme patio y una piscina. El sitio es muy bonito y el ambiente tranquilísimo. Cuando estuve yo éramos todo chicas durmiendo en el mismo dormitorio. Leasly, la propietaria, tiene la casa muy bien arreglada y muy limpia. Se encarga de que todo el mundo esté cómodo. Un sitio muy recomendable para pasar unos días de tranquilidad. El primer día lo pase en la piscina del hostal, aprovechando la buena conexión de internet para organizar mi viaje a Tanzania y trabajar en el blog. Por la tarde fui a dar un paseo por la playa, que estaba a unos 10 minutos caminando. La playa es larguísima, había gente paseando y algunos bañándose. También me encontré con algún camello. El último día fui a visitar el centro de Mombasa. Es la segunda ciudad más grande de Kenia y el principal puerto de la costa este africana. A diferencia de Nairobi, que tiene relativamente pocos años, Mombasa tiene una larga historia. Al ser un puerto tan grande se convirtió en un importante centro de comercio. La ciudad es principalmente musulmana y se puede ver a varias mujeres vestidas con burka. Hay mucha mezcla de gente, y el ambiente es muy diferente que en el resto de Kenia, da la sensación de estar en otro país. Además, aquí también hay muchos tuk tuk circulando por la ciudad. Son graciosos vehículos de tres ruedas cubiertos con una tela y que hacen de taxis. Estuve paseando por el casco antiguo de la ciudad, con estrechas calles y casas y tiendas tradicionales. Las calles están llenas de gente que pasa el día delante de casa, adultos charlando y niños jugando. También fui a visitar el mercado. La gente fue muy simpática y sorprendentemente me dejaron sacar muchas fotos. Normalmente por la calle a la gente no le gusta que saques fotos, así que hay que ser bastante discreto. En el mercado había la zona de carne, donde tenían todo tipo de trozos de animales colgando, como estómagos de vaca. También había la zona de especies y verduras. Me encanta pasear por los mercados y ver lo que venden y la gente como compra. Después de mi paseo por el centro fui a comprar el billete de autobús para ir a Moshi, en el norte de Tanzania. No fue una tarea fácil. Hice algo que no hay que hacer nunca que es ir a comprar el billete sin preguntar antes con qué compañía tenía que comprarlo. Pero se me olvidó preguntarlo en el hostal antes de salir y como ya estaba allí pensé que ya lo encontraría. Cerca del centro había una calle llena de compañías de autobuses. Había muchísimas. Y cada oficina era una pequeñísima barraca muy cutre. Como suele pasar en estos sitios todo el mundo empieza a preguntarte dónde vas y a llevarte donde quiere. Una vez dices tu destino ya estás perdido porque pasas a ser su muñequito y te van llevando de sitio a otro, siendo muy difícil saber cuál es el sitio bueno. Aunque cada compañía tiene un número limitado de destinos, preguntes a quien preguntes, siempre te dicen que hay un bus hacia tu destino. Yo intentaba mirar los carteles de las oficinas donde ponían los destinos, pero a veces tampoco estaba muy bien indicado. Después de rechazar tres o cuatro sitios porque no tenían buena pinta fui a uno que había una chica que parecía bastante simpática. En los carteles de la oficina yo no veía en ningún sitio que pusiera que tenían un bus hacia Moshi, pero después de hacerle varias preguntas y ella asegurarme de que sí que había un bus, decidí comprar el billete. No estaba muy convencida de comprarlo en ese sitio pero ya estaba cansada de tantas vueltas y quería salir de allí. Eran 15 euros el asiento normal y 20 el “First class”, que era un poco más ancho y a primera fila. Como tenía pinta de ser un autobús súper cutre al final me convencieron para comprar el de First Class. Me enseñaron una hoja de papel dónde había los asientos dibujados y se veía los que estaban libres, así que escogí uno. El bus salía a las 6 de la mañana, y tenía que estar allí a las 5.30h. Al día siguiente, llegue puntual a la mini oficina de la compañía. Era aún de noche y la señora me dejó entrar dentro con las mochilas para esperar el bus. Yo pensaba que era la misma señora que el día anterior, pero era su hermana. Después llegó la otra y las confundía todo el rato, se parecían mucho. No había nadie más esperando el autobús y no tenía ninguna pinta de que iba a venir nadie. Yo cada cinco minutos le iba preguntando a la señora dónde estaba el bus. Ella me decía que estaba viniendo. Al cabo de media hora me subieron en un tuk tuk, que por suerte pagaron ellas, y me llevaron a otro sitio. Allí había el bus de otra compañía. Pasó lo que me temía que pasaría, y es que ellos no tenían ningún bus que fuera a ese destino y me compraron un billete en otra. Es increíble cómo te timan. La mujer me dejó allí y desapareció antes de que yo tuviera tiempo de subirme al bus y darme cuenta de todo el engaño. El bus era muy cutre y evidentemente allí no había ni “First Class” ni nada, todo era igual. Cuando llevaba 5 minutos intentando escoger cual sería el sitio donde pasará las próximas 8 horas, y cagándome en la señora, vino el encargado del bus y me dio mi billete. El billete costaba solo 9 euros y yo había pagado 20. ¡Que rabia! Y encima tuvieron el morro de venderme una clase que no existía y de enseñarme los asientos de un bus que no era ese. En fin, reconfirmé que eso de ir a comprar sin informarte antes no es una buena idea. El camino fue largo, la gente iba subiendo y bajando. La mayor parte del trayecto fue por un camino de tierra por en medio de la nada. El bus daba unos botes increíbles. Con cada bote el culo se te levantaba unos centímetros del asiento. Una vez hasta toqué con la cabeza en el techo. La mujer que tenía al lado gritaba cada vez que saltábamos. Lo único que podía hacer era reírme. Después de unas 6 horas cruzamos la frontera y el camino por Tanzania ya fue más relajado. Ahora ya llevo una semana en Tanzania y estoy haciendo un voluntariado en una escuela infantil en un poblado Masai, cerca de Arusha, en el norte del país. Esto os lo cuento la semana que viene. Podéis ver las fotos de la playa en el siguiente link:
Rosa dice
Jajajaja! Ja veig que no et puc deixar sola!!!! T’enredan amb els seients Vip!!!! Sort que despres tu prens be i et te’n enrius de la situacio!!!! Devia ser un trajecte dur….
Kris Xerca dice
l’unic que es pot fer es riure…tot i que de tan en tan tambe els hi pego alguna bronca!!
Laia Vives dice
No facis cas noia……… First class a Africà són els seients que estan dins del vehicle. La classe turista els seients que estan en el sostre del vehicle i la classe mes barata és aquesta que vas darrera del cotxe lligat amb un corda. Així que riu força, perquè podria haver estat pitjor.
Kris Xerca dice
jajajaj si
Ingrid dice
jajajajja com et timen!
Ingrid dice
foto 77 i 78???!!!! :S
Kris Xerca dice
Jajaja la 77 em van dir que eren estómacs de vaca….vols que t’en porti un?
La 78…un venedor gracioset jaja
Ingrid dice
no cal gràcies…..
Esther macia dice
Hola Cris,
Moltes felicitats!!!!!
En el dia del teu Sant, per la iniciativa, pel bloc, per les històries i sobretot m’encanten les fotografies.
Es emocionant compartir amb tu aquesta experiència.
Cuida’t molt….. Molts petons i fins aviat.
Esther
Kris Xerca dice
Gràcies Esther! M’alegro que t’agradi, petons!