Después de la fantástica experiencia en Mfangano Island, mi siguiente destino era Nairobi, la capital de Kenia. Pero antes quería parar un par de días en el lago Naivasha. Este lago está a una hora y media al oeste de Nairobi y es uno de los principales destinos de fin de semana para la gente de la ciudad. A parte del lago que ya es atractivo en sí mismo hay dos parques muy cercanos: el Parque Nacional del Monte Longonot, un volcán, y el Parque Nacional de Hell’s Gate (la puerta del infierno). Mi intención era subir al monte Longonot, había leído que era muy bonito y que se podía hacer en una excursión de un día. George no había subido nunca al volcán así que decidió acompañarme.
El viernes por la mañana nos levantamos temprano con la intención de coger el primer ferry que sale de la isla hacia Mbita. Llegamos al puerto diez minutos tarde y el ferry ya había salido, curiosamente muy puntual. No fue un grave problema ya que hay pequeñas barcas motorizadas que hacen el mismo trayecto y nos subimos a la siguiente que salía. Desde Mbita empezó nuestro largo viaje hasta Naivasha que nos llevó todo el día. Cogimos un taxi, un autobús y dos matatus. Llegamos a la ciudad de Naivasha, muy cerca del lago, sobre las nueve de la noche. Ahí nos esperaba el primo de George que nos alojaría esa noche. El primo de George es policía y vive en una especie de zona residencial cerca de la ciudad que pertenece al gobierno y que está estrictamente vigilada. La casa era pequeña ya que vivía él sólo, pero había suficiente espacio para dormir los tres, repartidos entre la cama y los sofás. Cenamos unos bocadillos de pan de molde con mantequilla mientras mirábamos el partido del Mundial (o mejor dicho, ellos miraban el partido) y después fuimos a dormir. El primo de George también se animó a subir al volcán y contactó con otro compañero policía que tenía coche para que nos llevara al día siguiente, que también se animó a hacer la excursión. El sábado por la mañana, después de parar en la ciudad para tomar un contundente desayuno y comprar provisiones para la excursión, fuimos hacia la entrada del parque, que no estaba a más de media hora.
Tanto el Lago Naivasha como los dos parques están situados en el Gran Valle del Rift. Es un enorme valle que se extiende de norte a sur por el este de África que empezó a formarse hace millones de años por el movimiento de las placas tectónicas que se van separando poco a poco. Al irse separando, estas placas forman un profundo valle que cruza Kenia de norte a sur por la zona oeste del país. En esta zona hay un sistema de lagos, el lago Naivasha es uno de ellos, con gran diversidad de fauna. Además, debido al continuo movimiento de las placas, también hay mucha actividad magmática y hay varios volcanes, el monte Longonot entre ellos.
Cómo era sábado había bastante gente visitando el parque, principalmente grupos escolares que venían a pasar el día desde Nairobi. Había la opción de coger un guía, pero como éramos cuatro y había bastante gente creímos que no era necesario. Realmente el camino estaba muy bien señalizado y era difícil perderse. La puerta del parque está a 2150 metros de altitud. La primera parte de la excursión consiste en subir hasta el cráter del volcán a 2560 metros, que nos llevó poco más de una hora. Había trozos bastante empinados por lo que llegas arriba de todo bastante cansado. Pero el momento de llegar arriba es alucinante. De repente tienes el enorme cráter del volcán delante de ti. Aunque sabes que estás subiendo a un volcán es difícil imaginarte exactamente lo que vas a ver. Las vistas eran realmente impresionantes. Además ese día estaba muy nublado y había niebla dentro del cráter. Las nubes iban yendo y viniendo y no nos permitían ver el cráter entero, pero íbamos viendo partes, lo que le daba un toque místico.
Después de descansar unos minutos y sacar unas cuantas fotos empezamos a caminar alrededor del cráter que tiene un perímetro de unos siete quilómetros. Es realmente espectacular. Vas caminando por un estrecho camino de tierra que por un lado tiene vistas al cráter y por el otro a la extensa llanura que rodea el volcán. A veces el camino era tan estrecho que realmente daba la sensación de estar caminando por una pasarela por el cielo. El contorno del volcán es de todo menos llano, así que durante todo el recorrido vas subiendo y bajando constantemente. Nosotros dábamos la vuelta en sentido anti-horario. Cuando habíamos caminado una tercera parte de vuelta aproximadamente llegamos a la cima de la montaña, la parte más alta del cráter, a 2780 metros. En ese momento las nubes, como si estuvieran sincronizadas, empezaron a desparecer y nos permitieron ver el cráter entero por primera vez, ¡realmente espectacular! Allí aprovechamos para comer y descansar un poco. Tardamos unas 3 horas más o menos en dar la vuelta completa y otra hora par abajar. Fue una excursión muy bonita y realmente se disfrutan todos los tramos del recorrido, me encantó. Al acabar la excursión me dejaron con el coche en uno de los muchos alojamientos que hay en la orilla del lago. Allí me despedí de George y sus amigos.
Estaba muy cansada y me quedé toda la tarde en la habitación. Además estaba lloviendo así que no pude ver el lago. Preferí descansar para poder ver el otro parque el domingo por la mañana antes de irme a Nairobi. El parque de Hell’s Gate está sólo a dos quilómetros del lago por lo que se puede ir caminando. Lo especial de este parque es que, a diferencia de la mayoría, aquí no hay depredadores peligrosos y es factible visitarlo a pie o en bicicleta. Aunque no hay depredadores, el parque está lleno de animales y puedes disfrutar de tenerlos a sólo unos pocos metros de distancia. Alquilé una bicicleta y contraté un guía que me acompañó durante unas tres horas por el parque. El paisaje es muy bonito, con montañas de altos acantilados y campos llenos de animales. Había muchas cebras, búfalos y algunas jirafas. Además, también había grandes grupos de antílopes. Pasar con la bicicleta al lado de los animales es una sensación increíble.
Después de pedalear una hora aproximadamente llegamos a una zona del parque que hay que visitar a pie. En esta zona hay unas formaciones rocosas que se han ido generando por la erosión del agua y que forman un enorme cañón. Estuvimos caminando un rato por dentro del cañón y el guía me estuvo enseñando las partes más interesantes. En un trozo del cañón hay una piedra gigante que se ve que fue arrastrada varios quilómetros durante unas fuerte lluvias que hubo hace dos años y acabó cayendo dentro. El guía me dijo que el nombre del parqué venía porque en las paredes del cañón las rocas van entrando y saliendo y forman lo que parecen “camas para muertos”, de ahí que el parque se llame “La Puerta del Infierno”. Lo más curioso de todo es ver el agua que sale de debajo las rocas. Como he comentado en esta zona las placas tectónicas se mueven mucho y esto hace que el agua esté muy caliente, ya que antes de salir al exterior está en contacto con el magma. El agua sale a unos 60 grados de temperatura y alrededor de las fuentes se puede ver el vapor. Lo bueno es que en esta zona hay mucha energía geotérmica y con el vapor de agua generan electricidad.
Fue un fin de semana físicamente intenso pero muy gratificante, antes de llegar a la gran ciudad.
Podéis ver las fotos de los dos parques en el siguiente link:
Rosa dice
Esta be aixo que facis de guia a la gent d’alla i els portis a llocs on no han anat!
Ingrid Xerca dice
jajaja si si molt bo que es motivessin els tres a fer l’excursió amb tu :D!! molt autèntica amb els pals!