Se conoce como Sahel la región semiárida al sur del desierto del Sáhara. Las zonas del norte de Senegal forman parte del Sahel y son las más remotas del país. Después de nuestra visita al Parque Nacional Djoudj nuestro plan es recorrer la carretera que va siguiendo el río Senegal y marca la frontera con Mauritania.
Salimos del parque al mediodía y empezamos a avanzar hacia el este, queremos llegar a Podor, la ciudad situada más al norte de Senegal. La carretera es estrecha pero asfaltada y en relativo buen estado. El terreno es árido y completamente llano. Es época seca y vemos principalmente dos colores: el marrón arcilla de la arena y el blanco amarillento de las hierbas secas que cubren gran parte del suelo. Solamente hay arbustos y árboles no muy altos de la familia de las acacias. En algunos tramos hay campos de cultivo que añaden un toque verde al paisaje. Por el camino vemos muchas aldeas de casas tradicionales con paredes de barro y techo de paja. Algunas son de planta rectangular y otras circulares. Algunas aldeas están delimitadas con vallas hechas de arbustos secos. Me recuerda a la sabana del norte de Tanzania y sus poblados Masáis. También nos cruzamos con varios rebaños de vacas. Al atardecer acampamos al lado de una de estas aldeas. No hablan nada de francés, pero con un poco de creatividad conseguimos explicarles que queremos dormir allí y nos dan permiso. Nos invitan a tomar un té, pero es tarde y queremos montar las tiendas antes de que anochezca.
Por la mañana llegamos a Podor. Dejamos el camión y paseamos por las calles de arena de la pequeña ciudad. Vemos un antiguo fuerte y un grupo de niños jugando al futbol, hoy es sábado y no hay clase. Como en todos los ríos de África, las mujeres lavan ropa y utensilios en la orilla. Aprovechamos para comprar algo de comida para la despensa del camión en el mercado y comemos en un pequeño restaurante local.
Por la tarde seguimos hacia el este y nos paramos en un pequeño pueblo a la orilla del río que se llama Diatar. Bajamos del camión y en unos pocos segundos cada uno de nosotros está rodeado de niños. Algunos nos dan la mano, otros se agarran del brazo, otros piden regalos. Al principio reímos y sacamos fotos divertidas. Al cabo de un rato nos empezamos a agobiar. Es evidente que por ese pueblo han pasado algunos turistas que han dado dinero o regalos a los niños y ahora esperan que todos hagamos los mismo. Al final es bastante cansino y decidimos irnos.
Acampamos cerca del siguiente pueblo, Donaye, justo a la orilla del río. Hemos llegado pronto y aprovechamos la tarde para bañarnos/ducharnos y lavar ropa en el río. En la otra orilla, sólo a unos pocos metros, tenemos Mauritania. Por la noche se ven luces de linternas que iluminan el río periódicamente. Son los guardas mauritanos que controlan que nadie cruce ilegalmente.
Nos esperan dos largos días de conducción. Seguimos en el norte de Senegal y tenemos que llegar al sur sin pararnos mucho. Sabemos que la carretera está en mal estado y avanzaremos lentamente. Así que madrugamos y seguimos con nuestra ruta. Estamos circulando por la Nacional 2, es decir, una de las carreteras principales del país y la única vía de acceso a la región. Pero eso no es garantía de nada. Parece que desde hace años nadie se ha preocupado por mantener el estado del asfalto. La carretera es cada vez más estrecha y más que una nacional es una pista de agujeros que hay que ir sorteando. De hecho, a ambos lados de lo que queda de asfalto se han ido creando pistas de tierra que en varios tramos son mucho mejores que la propia carretera. Hace mucho calor y hay mucho polvo. Alonso y Mónica van en la cabina. Mark y yo en la caja trasera del camión, jugando a abrir y cerrar ventanas en función de si priorizamos tener un poco de aire “fresco” o proteger nuestros pulmones del polvo que entra. En cada agujero saltamos de un lado al otro del asiento, a veces mi culo se levanta hasta un palmo. Si te pilla desprevenido puedes llevarte algún moratón. Mi mochila lleva rato jugando a los equilibrios hasta que cae, un par de botellas de agua ruedan por el suelo y un pequeño armario que hay en la esquina donde se guarda la bombona de butano se ha despegado de la pared y ha recorrido medio metro. Cada vez que cae algo Mark y yo nos miramos pero ambos sabemos que de poco sirve recogerlo. Aun así, mirar por la ventana es increíblemente relajante. Seguimos viendo el mismo paisaje, pasando por aldeas, cruzándonos con rebaños de vacas y carros tirados por caballos. Muy de vez en cuando se nos cruza algún coche o alguna mini-van cargada de gente y paquetes. También pasa algún camión por alguna de las pistas de tierra paralelas a toda velocidad… Las horas se pasan rápido y además me duermo en algunos tramos. (Para envidia de muchos, tengo gran facilidad para dormir, y mis 8 meses en transporte público por el este y sur de África fueron un buen entrenamiento ;).
En uno de los cruces del camino paramos a preguntar cuál es la dirección adecuada. Se suben con nosotros dos hombres y una mujer. Uno de ellos me parece especialmente gracioso. Lleva un turban negro, unas gafas de sol muy parecidas a las mías y un maletita de ruedas. Hacemos una breve parada en el pueblo de Alwar (en algunos sitios lo escriben como Halvar). Este pueblo es mucho más agradable que el que visitamos el día anterior. Algunos niños se acercan pero no son pesados. Damos una vuelta por las estrechas calles entre casitas de barro. Una chica insiste que la acompañe a su casa. Su amiga tiene un bebé de 3 meses y quiere que le saque una foto.
Al mediodía paramos en un enorme mercado que encontramos por el camino. Un chico tiene una paradita con un cordero colgado. Nos prepara un plato de carne buenísimo que nos llena de energía para seguir por la carretera de baches y polvo. Nuestro siguiente destino es Bakel, un pueblo situado al nordeste de Senegal. Pero atardece a mitad del camino y acampamos en una zona solitaria cerca de la carretera.
Hoy es el último día de camino tortuoso. Por la mañana llegamos a Bakel, donde nos entretenemos un ratito. Aquí hay un puesto fronterizo y vemos como pequeñas barcas cruzan de un lado al otro de la orilla llevando los pasajeros de Senegal a Mauritania y viceversa. Unos quilómetros al sur de Bakel, el país ya no limita con Mauritania, sino con Mali. Pasamos la ciudad de Kidira, punto significante ya que a partir de aquí dejamos de bajar hacia el sur y nos dirigimos al oeste. El paisaje empieza a cambiar y durante varios quilómetros un nuevo elemento aparece en el entorno: los baobabs. Unos árboles bien curiosos que ya había visto en otras zonas de África per que nunca dejan de impresionarme. Además, en un punto del camino Alonso tiene que para el camión porque una enorme familia de monos baboons está cruzando. Como buenos turistas nos bajamos a sacar fotos. Esta noche volvemos a acampar cerca de la carretera. Pero hoy preparamos una hoguera y cenamos con nuestras mesas de camping a la luz del fuego y las estrellas.
El día siguiente empezamos a encontrar carretera en mejor estado. Avanzamos hacia el oeste y salimos de las zonas remotas, aumentando considerablemente nuestra velocidad. Pasamos por Tambacounda, la principal ciudad del este de Senegal, donde aprovechamos para comer, cambiar dinero y hacer algunas comprar. Por la tarde llegamos a Velingara. Nos quedamos en el Campament Lew Lewal. Después de 5 noches acampando, se agradece tener una cama y una ducha J
Estamos muy cerca de la frontera de Gambia y decidimos que pasaremos un par de noches en este país. El conflicto político ha acabado pacíficamente y ya se puede entrar. Os lo cuento en la próxima entrada.
Podéis ver las fotos aquí.
Rosa dice
Realment es veu molt poca vegetacio, suposo que el riu esta aprop per regar els camps de cultiu que es veuen grans i per menjar les cabres….
María dice
Por casualidad me he metido en el blog a ver por donde andabas, hacía mucho que no entraba, y me he llevado una grata sorpresa al descubrir que estás otra vez en África 🙂 que buena noticia! Seguiré leyendo tus aventuras estos días para trasladarme un poquito allá. Como lo echo de menos… Un abrazo! M.
María dice
Hola Kris, aquí María. Guapísimo cómo lo cuentas. Parece que sentimos el calor,el polvo, la belleza y el rico cordero. Quería preguntarte como ves tú el que una mujer viaje sola en Senegal. ¿temerario?, para moverse por el país ¿funciona transporte público?, ¿facilidad para encontrar alojamiento (no llevaría tienda de campaña)?.Gracias.
Guillermo dice
Me encanto el articulo esta genial, una experiencia única y mira que lugares tan hermosos adoro la naturaleza, un Saludo.