Durante mis dos primeras semanas en Tanzania he estado colaborando con una organización que lleva diferentes proyectos principalmente para incentivar la escolarización de los niños masais. Es una ONG mallorquina, Wosen Yelesh, que trabaja conjuntamente con una organización local en el norte de Tanzania. Cuando estaba planificando mi viaje a África conocí a una chica que me puso en contacto con una amiga suya, Paquita, que lleva el proyecto desde Mallorca. Paquita me explicó todos los detalles del proyecto con tanta pasión e ilusión que decidí participar en el proyecto durante unos días. Entre los varios proyectos que han llevado a cabo, han construido un par de escuelas infantiles en una área rural al noroeste de Arusha. Una de las escuelas ya lleva tres años en funcionamiento y la otra la han construido este año y hace sólo unos tres meses que está funcionando. Paquita me propuso de colaborar en la nueva escuela.
Arusha es la principal ciudad del norte de Tanzania, y es uno de los principales destinos de los turistas. La ciudad en sí no tiene nada de especial pero es el principal centro de partida de la mayoría de safaris que visitan los parques del norte. A una hora al este de Arusha hay otra ciudad importante, Moshi, popular porqué es la más cercana al monte Kilimanjaro y desde donde empiezan la mayoría de los trekkings. Llegué a Moshi el sábado por la tarde con el bus que había cogido en Mombasa, en Kenia. El domingo aproveché para organizar mi trekking al Kilimanjaro que quería hacer después de acabar el voluntariado en la escuela. Organizarlo fue bastante fácil, así que el mismo domingo por la tarde ya fui hasta Arusha, dónde había quedado con Daniel, el responsable de la organización en Tanzania. El lunes por la mañana Daniel hizo los trámites para conseguir mi visado de voluntario, que es obligatorio y muy caro, mientras yo aproveché para hacer algunas gestiones en la ciudad. Ese mismo día por la tarde fui con Samuel, el que sería mi guía durante los siguientes días, al pueblo donde estaba la escuela.
La escuela está en la región de Monduli. Para llegar hay que coger un dalla–dalla, cómo se conocen en Tanzania los taxis compartidos, hasta Monduli Chini (Monduli Bajo) y allí coger otro dalla–dalla hasta Monduli Juu (Monduli alto). De Monduli Juu a Enguiki, el pequeño pueblo donde me alojaría hay una hora caminando. Ese día como iba con las maletas cogimos una moto que nos llevó en 10 minutos. Cuando yo llegué había otros cuatro voluntarios españoles que ya llevaban unos días allí. Eran dos chicas de canarias, Patricia y Patricia, una chica de Mallorca, Patricia, y un chico de Murcia, Sergio. Aunque parezca imposible, las tres chicas se llamaban Patricia!! Ellas tres estaban colaborando en la escuela infantil que ya estaba en funcionamiento desde hace tiempo, y vivían con una familia que tenía una casa a medio camino entre Monduli Juu y Enguiki. Sergio estaba en el pueblo de Enguiki, en la misma casa donde me alojé yo. Él estaba dando clases en una escuela de primaria que estaba justo detrás de casa. La nueva escuela infantil, donde iba yo, estaba a una media hora caminando. La casa donde estábamos Sergio y yo era en realidad una especie de hostel o guesthouse, donde tenían 5 o 6 habitaciones. Había electricidad, pero no agua corriente, así que otra vez me tocó ducharme con un cubo. Cada vez tengo más práctica. La verdad es que la familia era bastante antipática y se les tenía que pedir todo cincuenta veces. No es fácil convivir con los africanos ya que tienen una manera muy diferente de hacer las cosas. Aquí todo es “Pole pole…” (Poco a poco) y todo es “tomorrow” y el tomorrow nunca llega. Como las condiciones son muy básicas dependes de ellos continuamente. La comida la preparan ellos, el agua cada vez que quieres lavarte las manos o ducharte también lo tienes que pedir etc. Desde mi punto de vista, cuando venimos aquí con buena intención, hemos pagado un dinero a la organización y estamos colaborando voluntariamente en la escuela, creo que lo mínimo sería que se preocuparan un poco de nuestro bien estar. Cuando llegué, mi habitación no estaba preparada, empezaron a montar la cama justo cuando entré por la puerta. Y montar la cama no me refiero a poner unas sábanas, sino a montar la estructura de la cama. Ellos sabían que venía desde hacía cuatro meses. Sergio se pasó una semana sin luz porqué nadie le puso una bombilla. En mi habitación tampoco había bombilla y me dijeron que la pondrían “tomorrow”. Evidentemente “tomorrow” tampoco estaba y no se dignaron a hacer algo hasta que me cabreé. El problema es la actitud. Todos sabemos que venimos a un sitio donde las cosas son muy básicas, pero una cosa es que sean básicas y la otra es que pasen de todo. No tengo ningún problema en ducharme con un cubo si no hay agua corriente ni en usar una linterna si no hay electricidad. Pero es diferente que no haya electricidad a que no haya luz porque nadie se digna a poner una bombilla que está en el cajón. Y eso no es una cuestión de dinero es una cuestión de actitud. En fin, durante todos los días tuvimos que estar detrás de ellos para todo. Un problema muy parecido al que me encontré durante mi voluntariado en Uganda. Parece que no valoran que para nosotros es un esfuerzo conseguir el dinero necesario para viajar hasta allí y pagar los costes de la estancia. Eso sí, para pedirte cosas a ti, no tienen ningún problema. En fin, creo que la única manera de que esta actitud cambie algún día es diciéndoles las cosas para que se den cuenta.
Aunque la experiencia en la casa no fue muy buena, la experiencia en la escuela fue genial. Durante la primera semana que estuve allí yo era la única voluntaria, y además era la primera voluntaria de la escuela, ya que como es muy nueva aún no había venido nadie antes. Es una escuela de parvulario, donde van los niños de entre 3 y 5 años antes de empezar primaria. Actualmente hay unos 80 niños aunque raramente vienen más de cincuenta y tantos. Algunos de los niños son bastante mayores, de 7 a 9 años, pero como no han ido a la escuela anteriormente tiene un nivel muy muy bajo. Hay dos profesoras, Naomi y Salome. No tienen formación como profesoras y les falta mucha experiencia. Lo que necesitan principalmente es que alguien las guie y les enseñe como pueden dar la clase de una forma más dinámica y educativa. Su método consiste básicamente en repetir las cosas una y otra vez. Los niños tienen varias cosas memorizadas pero no entienden el significado de lo que dicen. Por ejemplo, saben contar hasta números bastante elevados, pero después no saben diferenciar entre el 2 y el 3 si se los preguntas salteados. La mayoría de la gente de la zona son masais, y su idioma es el maa. La mayoría de ellos también hablan el swahili, el idioma oficial del país, aunque algunos de ellos tampoco lo hablan. El inglés sólo lo hablan los pocos que han ido a la escuela. Los niños solo hablan maa y entienden un poco de swahili, pero no saben nada de inglés. Las profesoras tampoco hablan inglés, así que para poder hablar con ellas me acompañaba Samuel, que hacía de traductor. Como la escuela acaba de empezar y aún está muy desorganizada, Paquita me dijo que lo que podía hacer era empezar a ver el nivel de cada uno de los niños para organizarlos en grupos y saber de qué conocimientos partíamos.
El primer día que fui a la escuela estuve básicamente mirando cómo daban la clase para tener una idea de cómo funcionaban y vi que realmente era todo muy caótico. Así que durante los siguientes días de esa semana estuvimos Samuel y yo poniendo un poco de orden. El primer día nos pusimos fuera de la clase con una mesa e íbamos llamando a los niños en grupos de cinco para hacerles una “prueba de nivel”. Básicamente les hacíamos dibujar alguna figura y en función de la habilidad que veíamos que tenían los íbamos clasificando en tres niveles. No fue fácil, ya que no había una lista completa de los nombres, y muchos ni siquiera sabían su edad, pero con un poco de intuición lo fuimos organizando. Las mesas de la clase estaban colocadas en tres filas, lo cual fue perfecto para poder agruparlos en los tres niveles. En una fila puse a los del grupo alto, que sería el grupo “verde”, a la otra puse los del nivel medio, que sería el grupo “azul”, y en la última puse a los del nivel más bajo, la mayoría niños muy pequeños de unos 3 o 4 años, que serían el grupo “rojo”. Pusimos todos los nombres en las mesas y repartimos una libreta y un lápiz para cada uno también con los nombres e indicando el nivel. Durante estos días les hemos estado enseñando que cada uno pertenece a un grupo diferente, y que van a hacer cosas diferentes. Además, tienen que sentarse siempre en el mismo sitio y tienen que responsabilizarse de su libreta y su lápiz. También hice un horario para las profesoras ya que hasta ahora no seguían ningún esquema. Dividí el temario en tres “asignaturas” que serían números, letras y conceptos (colores, formas, vocabulario…) y cada día de la semana estaría dedicado a una asignatura. Durante el día se combinarían actividades de escribir con la libreta con actividades más dinámicas, intentando que la última hora fuera una actividad al aire libre. Además, con la ayuda de algunas guías que me pasó Paquita y hablando con las otras chicas que tenían más experiencia como profesoras hice un esquema de los conceptos que tenían que asumir cada uno de los niveles al final de curso. Las clases son de 9h a 13h, con dos descansos. En el descanso de las 11.30 se les da comida. La comida es siempre porriage, una especie de masa semilíquida de agua y harina. Cada niño lleva su taza y hay una cocinera que se encarga de prepararlo. La verdad es que estoy muy contenta de lo rápido que lo organizamos todo y la buena respuesta que recibimos tanto de los niños como de las profesoras.
El fin de semana las dos Patricias de canarias tenían planeado hacer una excursión al valle de Mferengi y me apunté con ellas. Es una zona que está a unas 6 o 7 horas caminando desde donde estábamos. La mayoría de los masáis siguen sus formas de vida tradicionales, y cuando paseas por estas zonas tienes la sensación de haber viajado atrás en el tiempo. Los masais viven en pequeños poblados llamados bomas. Cada boma pertenece a un baba que es el “padre” de la familia. En la boma hay varias casas, normalmente de forma redonda, hechas de barro y excrementos de animales. Cada casa pertenece a una de las mujeres del baba. Los hombres normalmente tienen varias mujeres y muchísimos hijos. El hombre tiene su propia casa y cada día escoge con cuál de sus mujeres quiere dormir. Se ve que a veces el hombre también puede “prestar” sus mujeres a otros hombres, pero aún así, todos los niños que nazcan de sus mujeres son considerados como sus hijos, independientemente de que lo sean genéticamente o no. Los masais viven principalmente de los animales, vacas y cabras. Cuantos más animales tengan más ricos son. Todos los animales pasan la noche dentro del poblado, para protegerles de los animales salvajes. Normalmente los hombres se pasan el día caminando con el ganado. Las mujeres hacen todo el trabajo de casa. A los niños jóvenes cuando tienen unos 12 o 13 años aproximadamente se les practica la circuncisión. Es el ritual que tienen que sufrir para dejar de ser niños y empezar a ser guerreros. Después de la circuncisión se pasan un tiempo viviendo ellos juntos para aprender las habilidades de los guerreros. Van vestidos de negro y con la cara pintada. La verdad es que es bastante curioso verles. Los masais van todos vestidos con telas de colores, normalmente de cuadros o rallas. Además todos llevan un montón de pulseras, collares y pendientes, sobre todo las mujeres.
Para ir al valle, salimos el viernes a las 7 de la mañana y estuvimos caminando durante varias horas. El primer trozo del camino era de bajada. Después, una vez en el valle, era todo llano y era una zona donde se podían ver animales salvajes como jirafas, cebras, gacelas y avestruces. El camino era precioso. Aunque fue bastante duro porqué llevábamos las mochilas bastante cargadas. Íbamos a pasar la noche en una boma donde vivía una de las hermanas de Daniel. Para agradecerles que nos dejaran pasar la noche allí les llevamos un poco de comida; dos quilos de azúcar y uno de arroz para la hermana de Daniel y un botella de Konyagui (una especie de ginebra local) para el baba de la boma. Entre todo el agua que cargábamos, la comida para nosotros y la comida para ellos, las mochilas pesaban muchísimo. Tuvimos suerte que en un trozo del camino pasó un camión que nos llevó. Nos ahorramos más de una hora caminando. La última parte, antes de llegar a la boma, ya no era un camino marcado, tuvimos que caminar por en medio de la sabana. El suelo era todo de arena muy fina y con cada paso que dábamos levantábamos una nube de polvo. Llegamos completamente marrones.
Al llegar a la boma, nos recibieron con un chai (té con leche) y descansamos un rato en una de las casitas donde pasaríamos la noche. Allí pudimos ver la vida auténtica de los masais. Un poblado en medio de la sabana, lejísimos de cualquier pueblo o ciudad. Después de descansar un rato fuimos a visitar el baba, que era el jefe del poblado. Era un hombre bastante mayor que tiene su propia “zona de descanso” justo al lado del poblado. Se pasa el día allí tumbado sin hacer nada. Fuimos a verle con Lucas y Samuel, los dos guías que nos habían acompañado y que nos ayudaban a comunicarnos con ellos. Allí la gente solo hablaba maa. Le dimos la botella que le habíamos traído y estuvimos allí un rato mientras los dos guías hablaban con él. El hombre parecía muy simpático hasta que ya empezó a pedirnos cosas. Nos dijo que quería que le compráramos tabaco. Una especia de tabaco que se mastica. Le preguntamos donde se compraba y nos dijo que a un mercado que estaba como a una hora. Con lo cansadas que estábamos no íbamos a ir hasta allí ni locas así que le preguntamos cuánto costaba su “capricho”. Nos dijo que eran 1000 shillings el paquete pequeño y 2000 el grande. Después hizo como que cambiaba de opinión y nos dijo que bueno, que podíamos sacar fotos y hacer lo que quisiéramos, y que si nos parecía bien ya le pagaríamos el tabaco. En verdad era muy poco dinero lo que estaba pidiendo, pero nos daba rabia que otra vez solo nos quisieran por el dinero. En fin, nos hicimos un poco las “longuis” y dijimos que ya se lo daríamos después. Pero al cabo de 30 minutos, lo que parecía que había quedado como en nuestra elección se convirtió otra vez en una obligación. Vino el baba a reclamar el dinero para el tabaco. Bastante contra nuestra voluntad decidimos darle los 2000 shilling para que se comprar el paquete grande. Fui a dárselos yo misma. Al cabo de dos minutos vino Samuel con el billete y me lo devolvió. Me dijo que el baba no quería ese dinero, que con eso no hacía nada y que como mínimo le teníamos que dar 3000. Bueno, a mí que me devolviera el dinero con ese desprecio me tocó mucho las narices. Le dije que si no lo quería, pues nada, 2000 shillings más que tenía yo. Hay que tener en cuenta que nosotras habíamos preguntado varias veces antes de empezar la excursión si teníamos que pagar algo para dormir allí. Nos dijeron que no teníamos que pagar dinero y trajimos exactamente todo lo que nos pidieron. Pero parece que ese hombre no tenía suficiente. Y además nos pedía dinero para tabaco, que no era ni algo vital. Esa situación me puso bastante nerviosa. Otra vez habíamos ido con buena intención, estábamos intentando hablar con la gente e integrarnos y ser simpáticas, las otras chicas habían traído varias cosas para jugar con los niños, yo les había comprado unas pulseras a las mujeres, etc. En ese momento me sentí muy impotente. Me sentía como si fuéramos unos billetes con patas. Como que les daba completamente igual lo que estábamos haciendo allí y que sólo querían nuestro dinero. Si hubiera podido me hubiera ido. Pero claro, el pueblo más cercano estaba a horas caminando. No había alternativa. Y ese hombre que se pasaba el día tumbado rascándose las pelotas mientras sus mujeres se lo hacían todo, y que tenía miles de vacas y cabras, despreciaba nuestro dinero como si fuera mierda. Pero aquí no acabó todo, porque entonces, al cabo de cinco minutos vinieron a pedirme que les diera el dinero otra vez, y que los guías añadirían el dinero que faltaba. Ahí ya me encendí del todo y les dije que ni hablar le volvía a dar el dinero después de que lo despreciara de esa forma. ¿Claro…solo son 3000 shillings (euro y medio) pero si pide 100.000 también estaré obligada a dárselos? En fin, allí perdí demasiado los nervios y me fui a dar una vuelta porque ese hombre me estaba haciendo sentir muy incómoda. Como todo…al final solo quedó en un mal rato, y después ya estuvimos con los demás intentando no hacer caso al hombre. Exceptuando esta situación, el resto de la experiencia fue genial, y pudimos ver el día a día de esta gente y pasar un buen rato con los niños. El día siguiente volvimos en moto. De tanto polvo que había llegué a casa con la cara completamente marrón.
Ese domingo llegaron tres voluntarios más; Andrea, de Bilbao, que estaría conmigo en la nueva escuela, y una pareja de Salamanca, Patri (si… ¡la cuarta Patricia!) y Juangui, que estarían en Primaria con Sergio. El lunes siguiente por la tarde decidimos hacer una barbacoa todos juntos en “nuestra casa”. Compramos dos de los gallos que tenían en casa y Samuel los mató. Otra vez volví a ver la matanza en directo. Sergio estuvo bastante contento de que nos comiéramos esos gallos ya que cada noche le despertaban con sus cantos. También compramos algunas verduras en el mercado y un poco de Konyagui.
La segunda semana estuve en la escuela con Andrea, que vino con mucha energía y ganas de hacer cosas. Además también trajo material para hacer actividades con los niños. Entre las dos y con la ayuda de Samuel hemos estado haciendo varias cosas. Lo que hemos intentado sobretodo es que las profesoras vieren la forma de trabajar paralelamente con los tres niveles para que todos los niños puedan avanzar y cómo ir siguiendo el horario establecido. También hicimos varios juegos con ellos, como el juego del pañuelo. El último día les enseñamos a hacer aviones de papel y se lo pasaron súper bien. Es increíble ver como se divierten con cualquier cosa. Como no están acostumbrados a hacer actividades y juegos de este tipo están muy emocionados. Andrea ha estudiado Bellas Artes, y le encanta dibujar y lo hace muy bien. Aprovechando su talento, creímos que sería una buena idea crear material para que aprendieran y las profesoras pudieran utilizarlo. Asignamos a cada letra del abecedario una palabra en swahili. Andrea pintó cada letra en una cartulina con la palabra y el dibujo correspondiente. Le quedó genial.
Una de las tardes también estuvimos con Sergio, Patri y Juangui en la escuela de Primaria. Organizaron varios juegos para los niños durante unas dos horas. Quedé sorprendida de lo bien que les salió todo, ya que tenían a más de 400 niños entre tres. En la escuela nunca hacen juegos, así que creo que fue una muy buena iniciativa.
Un día cuando volvíamos caminando de la escuela nos encontramos con dos masais que habían tenido un accidente de moto. Eran un hombre mayor y un chico joven que se habían caído en una especia de agujero de unos 2 o 3 metros. Cuando llegamos un grupo de gente ya los había visto y estaban todos rodeándoles sin saber muy bien que hacer. Cuando nos acercamos no sabíamos muy bien qué pasaba, primero parecía que estuvieran reunidos. Pero al llegar ya vimos que algo iba mal. Estaban los dos conscientes pero con muy mal aspecto. El hombre mayor estaba en el suelo retorciéndose de dolor y tenía toda la piel de la pierna levantada, casi se le veía el hueso. No sabíamos muy bien que hacer, intentamos hablar un poco con ellos para saber qué había pasado. Ellos estaban pensando cómo llevarles al médico pero sólo tenían una moto. En esas condiciones llevarles en moto era una locura. Andrea y yo les dijimos que llamaran a un coche que viniera a buscarles y que ya lo pagaríamos nosotras. Por suerte el coche vino muy rápido y los llevaron al “hospital” de Monduli Chini.
Como en estos sitios todo el mundo se entera de todo, al cabo de un rato varia gente de la zona sabía que dos muzungus habían ayudados a los masais que habían tenido un accidente en moto. Esa tarde algunos de los voluntarios fueron a visitar algunas familia de la escuela en sus casas, con la coincidencia de que en una de las bomas, el baba era el “jefe” de todos los masais de la zona. Justamente al día siguiente hacían la celebración para nombrarle “jefe” para sustituir al anterior. Se ve que es una celebración muy importante. Como se había enterado de lo del accidente, nos invitaron a todos a ir a la celebración al día siguiente. Fue una experiencia única, ya que nunca invitan a extranjeros a este tipo de celebraciones. Así que el día siguiente fuimos a la “fiesta”. Nos intentamos vestir de masais, aunque parecíamos de todo menos masaís, teníamos un aspecto bastante ridículo, pero al menos lo intentamos. En la fiesta todos nos recibieron muy bien. Las mujeres siempre más tímidas que los hombre eso sí. Tuvimos la oportunidad de ver los bailes tradicionales. Los hombres estaban en círculo e iban saltando. Las mujeres llevaban unos collares redondos enormes y preciosos que sólo se ponen para las ocasiones especiales. Cuando bailan mueven los hombros y el collar se va moviendo. Los hombres se pasaron el rato bebiendo Konyagui y cerveza y cuanto más rato pasaba más borrachos estaban todos. Sacamos muchas fotos y nos reímos muchísimo. Sobre todo cuando los dos chicos se intentaban unir al baile masai…jajaja!
El viernes por la noche Daniel nos invitó a cenar a su casa ya que varios voluntarios nos íbamos ese día. Lo pasamos muy bien y fue una buena despedida. El sábado imprimí algunas de las fotos de los niños y compré un par de libros que pensé que podían ser útiles para las profesoras. Como Andrea aun estará allí esas semana se los ha traído y va a hacer un collage con las fotos para ponerlas en la pared.
Así han sido mis primeros días en Tanzania y otra experiencia haciendo voluntariado en una escuela. Aunque hemos tenido que lidiar con algunos problemas tengo que decir que la organización, especialmente Paquita, ha estado muy abierta y atenta escuchando nuestros problemas y confío en que poco a poca las cosas se irán solucionando.
Mañana empiezo mi trekking al Kilimanjaro ¡la semana que viene os cuento si he conseguido llegar a la cima!
Podéis ver las fotos de estos días en el siguiente link:
ADRIANA dice
CRIS, ALIAS SEÑORITA MARRON!!! , ME HA ENCANTADO TU AVENTURA , QUE EXPERIENCIA MASSAI TAN ÚNICA!!! ME HUBIESE GUSTADO VER COMO BAILABAN .. Y DISFRUTABAN. SINCERAMENTE CREO QUE DESPUÉS DE LA GRAN AVENTURA EL NIVEL DE TOLERANCIA DE TODOS LOS QUE ESTÁIS ALLÍ SE VERA ALTAMENTE INCREMENTADO….LO DIGO EN RELACIÓN A LOS PROBLEMAS QUE TENÉIS DE ACTITUD. NO TE DESESPERES!!
TE AMANDO MUCHOS BESITOS!!!
Kris Xerca dice
jejejej gracias guapa!!! hay que tener mucha paciencia….es dificil que vean las cosas de otra manera…poco a poco!
Rosa dice
Aixi m’agrada! Que li plantis cara al jefe «baba»!!!! Jajaja no sap com son les dones muzungu!!!
Molt be la manera d’organitzar l’escola… Deu ser complicat quan esta tan desorganitzat que vegin com podan diferenciar grups, materies i horaris…
Africa esta plena d’espanyols fent voluntariat…. En trobes a tot arreu!!!
Petons! Cuidat molt
Kris Xerca dice
Si es complicat, pero la veritat que les professores estaven molt disposades a apendre i va facilitar bastant les coses!
Si , hi ha bastants voluntaris en general per aquí. En aquest cas erem tots espanyols perque l’organitzacio era espanyola.
Petons!
Ingrid dice
Quina arribada més intensa a Tanzania! Trobo que heu fet una feina excel·lent amb la nova escola! molt bones idees totes les aportacions, ordenades, simples i essencials! M’encantaria veure’ls juganat al mocadors 🙂 !
Si ho he entès bé, llavors per cada home (baba) hi ha un boma (poble)?….carai!
Sembla que les Patricia’s estan destinades a Tanzania, els papes es van equivocar amb el teu nom! xD
Que bé que puguessiu ajudar d’alguna manera als dos masais de l’accident de moto, espero que estiguin bé! 🙂
I que guapooo que us convidéssin a la celebració per nombrarlo «jefe» dels babas de la regió! Ha de ser una experiència guapissima! més autèntic impossible!
I…carai amb el teu geni! :O ….però vigila eh! perquè entenc tot el que dius i estic molt d’accord però és una cultura molt diferent i vulguis o no estàs «a casa seva»….
em parteixo amb la barra que tenen amb certes coses….xD
Ingrid dice
no ens havies dit que els masais volaven! foto 105 108 109 110 ! xD
m’encanten les fotos dels nens fent els avions de paper i llençant-los! 🙂
Kris Xerca dice
Jajajja els nenes jugant al mocador anaven ben perduts….es dificil organtizar aquests jocs perque ells no hi estan acostumates i els hi costa molt entendre que hi ha unes normes. Pero sho passaven molt be que es l’important!
A veure en teoria quan un baba te unes quantes dones a un cert moment decideix montar la seva propia boma. De totes maneres ara hi ha una barreja entre els que segueixen la vida tradicional al peu de la lletra pero alguns que estan més «modernitzats» i ja no funcionen tan aixi.
De tant en tant s’ha de discutir una mica amb ells perque sino es una presa de pel continua….està clar que ens hem d’adaptar pero de tant en tan se’ls hi ha de fer veure el nostre punt de vista.
dani dice
déu n’hi do! m’ha costat tot un plujós dia de festa posar-me al dia de les teves tribulacions africanes; i encara
no has passat l’equador temporal…
un cadellet d’elefant per a mi no t’hi cabarà pas a la motxi quan tornis? eh? eh? porfinsplissss!!!!
continua gaudint, que així ho fem nosaltres 😉
Kris Xerca dice
Jeje m’alegro que t’hagis posat al dia i t’hagi agradat….llegir-ho tot de cop és una bona feinada!!
Molen eh els elefants petits?!
Toni Romero dice
La foto de Oxford Mathematical Instrumens m’ha arribat.
Kris Xerca dice
Jejej 😉
Peter dice
Hola Kris!
Una pregunteta, hi ha que pagar per fer el voluntariat? I si es així, saps quan es paga per setmana? Moltes gràcies
Beatriz dice
Hola Kris,
Gracias por compartir tu viaje y enhorabuena por el blog. Vaya pasada de experiencia. Yo voy a Tanzania la segunda quincena de marzo y me encantaria poder pasar un par de dias ayudando en alguna escuela en Arusha. Me podrias dar el contacto y asi les escribo?
Mil gracias