Después de pasarme más de un día en el tren TAZARA, me quedaban los últimos quilómetros en Tanzania hasta llegar a la frontera de Malawi. Desde Mbeya, la ciudad donde había pasado la noche, cogí un autobús que iba muy lleno y extremadamente lento porqué la carretera subía bastante. Esta fue la primera vez que no pude coger un autobús que cruzara de un país a otro, así que éste me dejaría en la frontera y allí tendría que espabilarme. Todo el proceso fue bastante curioso. Como comenté, esta zona de Tanzania es muchísimo menos turística y no me crucé con ningún otro viajero en todo el día. Cuando estábamos a pocos kilómetros de la frontera el conductor me dijo que tenía que bajarme porqué ese era el punto más cercano por el que pasaría. Cogí todas mis cosas y salí del bus donde me esperaban varios chicos ofreciéndose para llevarme en moto hasta la frontera. Cuando ya había pactado con uno que me llevara y estaba sacando el billete para pagarle, el conductor me dijo que volviera a subirme al bus. Yo no entendía nada, como de costumbre. En estas ocasiones eres como un muñequito y todo el mundo te dice, a la vez, lo que tienes que hacer. Creo que al conductor le dio pena que tuviera que ir en moto y decidió que me acercaba con el autobús. Así que él y todos los pasajeros me acompañaron hasta la frontera. Pero desde el punto donde me dejaron hasta el cruce aún quedaban un par de quilómetros. Otra vez, unos veinte chicos me esperaban en la puerta del autobús, casi sin dejarme salir, algunos ofreciéndose para cambiarme dinero, otros para llevarme en moto etc. Normalmente cuando me agobian tanto suelo pegar un grito para que me dejen espacio, pero en esta ocasión me hicieron mucha gracia y no podía parar de reírme. La verdad es que eran muy divertidos. Sin que pudiera decir nada ya tenían mi mochila atada en la moto. Decidí cambiar el dinero que me quedaba, porque no estaba muy segura de si tendría la oportunidad de hacerlo al otro lado. Cuando cruzo fronteras nunca sé en qué momento es mejor cambiar el dinero. Pero en fin, así ya me lo sacaba de encima. La situación era muy graciosa. Estaba todo el grupo de chicos a mi alrededor formando un círculo mientras uno de ellos me cambiaba el dinero. Íbamos contando los billetes de uno a uno todos juntos en voz alta. El chico hizo el cálculo del cambio de divisa con la calculadora del móvil. Después de varias confusiones, creo que me llevé el dinero que me tocaba. Entre risas nos despedimos y otro me llevó en la moto hasta la frontera. Pasé por la oficina de inmigración de Tanzania y desde allí caminé unos 500 metros hasta Malawi. Es bastante rara la sensación de estar caminando por en medio de la nada y saber que estás cruzando de un país a otro. Había varios locales cruzando también y varios camiones parados a los dos lados. En la oficina de inmigración de Malawi me hicieron explicar detalladamente los países que había visitado y comprobaron en el pasaporte que no hubiera estado por el oeste africano. Creo que con la epidemia de Ébola están haciendo controles más estrictos. También comprobaron mi temperatura corporal con un termómetro electrónico bastante raro que se pone a unos milímetros de la frente y te dice la temperatura en un segundo. Bueno, superé todos los controles sin dificultades y cruce al lado de Malawi. El primer país donde no tengo que pagar visado. Los 30 primeros días son gratuitos, genial. Eran las tres del mediodía aproximadamente y me dijeron que el autobús no salía hasta las seis y media de la tarde, algo que no me gustó mucho. La alternativa era coger minivans, más lentas, pero que salen mucho más a menudo. Me lo tomé con calma y decidí comer algo en un restaurante local que había. Mi primer contacto con la gente del país fue muy positivo. Estuve comiendo con varios chicos muy simpáticos y nada pesados que me estuvieron contando historietas. Además, me enteré casi por casualidad de que en Malawi es una hora menos que en Tanzania, así que ahora tengo el mismo horario de España (una más que Canarias 😉 ) En este nuevo país había varias cosas nuevas a las que tendría que acostumbrarme. A parte de la hora, la moneda también es diferente. En Uganda, Kenia y Tanzania se paga con Shillings, aunque de diferente valor, todos tienen el mismo nombre. En Malawi se paga con Kwacha, un nombre que me cuesta bastante pronunciar. Además, tanto en Kenia como en Tanzania, donde había pasado unos tres meses, podía comunicarme con la gente en swahili. Durante ese tiempo había aprendido algunas frases básicas que eran bastante útiles. En Malawi el swahili ya no me sirve. Aquí el idioma oficial es el Chichewa. Aunque en realidad, cada pocos quilómetros se habla un idioma local diferente y se hace bastante difícil aprender ni que sean pocas palabras. Pero me voy adaptando.
Después de comer me subí a la primera minivan que salía. Me tocó, creo que por primera vez en todo el viaje, sentarme delante. Es más cómodo y con mejores vistas. Aunque a veces es preferible estar detrás y no ver como conducen. A mi lado se sentó un chico joven tanzano muy majo que tiene una “productora de música” y se dedica a vender CDs con música tanzana por Malawi. Me regaló un CD para que me acordara de él. Durante el trayecto la policía nos paraba continuamente, supongo que para controlar el contrabando. Después de una hora y pico llegué a Karonga, la primera ciudad que hay cuando vienes desde el norte de Malawi. Es un país pequeño y alargado de norte a sur. El enorme lago Malawi se extiende a lo largo de casi todo el país y separa Malawi de Mozambique. En Karonga me dejaron en la parada de minivans y allí tenía que coger otra hasta la siguiente ciudad un poco más al sur donde quería pasar la noche. Las minivans no salen hasta que se llenan de gente y yo era la primera en subirme, lo cual era muy mala señal. Tuve que esperar 3 horas. Por lo menos pude aprovechar para comprarme una nueva tarjeta SIM. Con tanto rato de espera ya hacía más de una hora que era de noche. Esta vez volví a sentarme delante y al lado tenía una chica joven también muy maja que me daba bastante confianza. Le pregunté si conocía el resort donde quería parar y me aseguró que estaba al lado de la carretera y que la minivan podía dejarme delante. No quería que me dejaran en medio de la nada a media noche. Lo bueno de circular de noche es que no había nadie en la carretera que quisiera subir a la minivan, así que como no paramos ni una sola vez fuimos muy rápido. Llegué a Chitimba a las 21.30. Había un enorme cartel que indicaba Chitimba Camp, donde quería alojarme. Pero no había luces en la calle y no se veía nada así que no sabía lo lejos que estaba. Muy lejos no podía estar porqué teníamos el lago al lado y el resort tenía que estar entre la carretera y el lago. Pero no sabía muy bien hacia dónde ir. Había dos o tres hombres y me indicaron donde era y uno de ellos me acompañó. Estuvimos caminando unos diez minutos por un camino de arena de playa. El hombre no sé si estaba borracho o era un poco loco pero decía muchas tonterías. Estaba exageradamente emocionado porque se ve que su madre también se llamaba Cristina. La verdad es que parecía buena persona y no me daba miedo, pero estar allí en medio de la oscuridad cargada con la mochila y sin saber dónde estaba no me hacía mucha gracia. Era bastante surrealista llegar a esas horas, iba caminando por la arena, con los más de 20 quilos de mochila y con el frontal en la cabeza. Cada treinta segundos le preguntaba al hombre donde estaba el dichoso resort. Un camino que con la luz del día no tiene ninguna complicación, pero de noche era todo muy raro. Pero finalmente llegué al resort y me dieron una habitación en una especie de cabaña por un precio bastante razonable.
Por la mañana pude ver el lago Malawi por primera vez. El resort consistía en varias cabañas de madera a pocos metros del lago y una zona con sofás y mesas bastante bonita. Estaba nublado y hacía mucho viento, y después de las horas de viaje del día anterior no me apetecía hacer muchas cosas, así que me quedé en el resort aprovechando para leer y escribir tranquilamente. El día siguiente decidí ir a visitar el pueblo de Livingstonia y las cataratas Manchewe. En esta zona, a pocos metros de la orilla del lago, el terreno empieza a elevarse rápidamente. Livingstonia está a 16 kilómetros de Chitimba, encima de la montaña. Un guía local me acompañaría durante todo el día. Llevo rato intentando recordar su nombre, pero no me acuerdo, y me da pena porqué era muy majo. Salimos a las 6 de la mañana ya que nos esperaba una larga caminata. La primera parte del camino subía por una carretera de curvas por la ladera del a montaña. De vez en cuando cogíamos algún atajo. En teoría más cortos, pero como eran mucho más inclinados también íbamos más lentos, así que no se si ganábamos mucho en tiempo. Esta zona de subida era bastante aburrida, ya que no había ni casas ni pueblos por el camino. Pero sí que teníamos unas vistas espectaculares del valle y del lago. Después de tres horas y media caminando llegamos a las cataratas Manchewe. Dos espectaculares saltos de agua de más de 100 metros en medio del verde de la montaña. La verdad es que eran preciosas y las pudimos observar desde diferentes puntos de vista. En algunas zona podías acércate mucho al salto de agua y hasta había una parte donde podías ponerte detrás del agua en una especie de cueva formada por las rocas de la montaña. Después de ver las cascadas seguimos caminando hasta la ciudad de Livingstonia. El paisaje era muy bonito, la vegetación era verde en algunas zonas y amarillenta en otras y pasamos entre varias casas dispersas. El último trozo se me hizo muy pesado. Cuando llegamos a Livingstonia llevábamos ya cinco horas caminando y estaba muy cansada. Es un sitio bastante conocido y en todas las guías lo destacan, pero la verdad que no me pareció muy especial. Es una ciudad que fue construida por misioneros y probablemente es más importante por la historia que tiene detrás que por lo que se puede ver. Después de descansar un rato empezamos el camino de vuelta. Paramos a comer en Mushroom Farm. Una especie de resort ecológico “colgado” en la parte superior de la ladera de la montaña con unas vistas espectaculares. La comida estaba muy buena y el ambiente era increíblemente relajante. Más adelante descubrí que es un sitio bastante conocido entre los mochileros que viajan por Malawi. Creo que es mejor opción dormir aquí, donde se puede llegar con un jeep, y hacer la excursión a Livingstonia y las cascadas desde aquí. Hacerlo desde Chitimba nos llevó 8 horas en total, cinco de subida y tres de bajada, y creo que el cansancio no me dejó disfrutarlo del todo. Había dos grupos de viajeros que se alojaban en el mismo resort que yo y habían hecho la excursión el mismo día y por la noche el ambiente era bastante gracioso. Todos estaban agotados y con los pies hechos polvo. Todo el mundo iba con tiritas y caminaba bastante raro por culpa de las rozaduras. Al parecer, no fui la única a quien la excursión le resultó demasiado larga.
Mi siguiente destino era Nkhata Bay, una bahía en la parte central del lago, donde tenía planeado pasar unas tres semanas haciendo un voluntariado. Pero antes quería pasar un día por Mzuzu, la principal ciudad del norte y la más cercana a Nhkata Bay, para hacer algunas gestiones. Salí a media mañana y cogí otra minivan con el conductor más loco con el que he ido hasta la fecha. Es la primera vez que he pasado miedo de verdad desde que empecé el viaje, pensaba que nos estampábamos en cualquier momento. Para que os hagáis una idea la velocidad media de una minivan es de unos 80km/hora, llegando a 100km/h en algunas rectas. Este tío iba a 140km/h por una carretera de curvas esquivando a coches y personas como un auténtico suicida. Éramos muy pocos en la minivan en ese momento. Yo estaba sentada justo detrás del conductor y estaba alucinando mientras veía con un ojo todo lo que estaba a punto de llevarse por delante y con el otro el marcador de la velocidad. Después de unos diez minutos, cuando mi paciencia ya estaba al límite, hubo un momento que hizo una especie de slalom entre los coches de delante y los que venían de frente e instintivamente me incorporé de repente, le di un golpe en el hombro y le pegué un grito con el inglés chapucero que me salió en ese momento: ¡Can you go slowly please?!!? IT IS DANGEROUS!!! Bueno, automáticamente todos empezaron a reírse, y claro, yo aún más cabreada solté: ¡It is not funny! Entonces el otro chico que trabaja en la minivan, el que recoge el dinero, me dijo: ¡Don’t worry sister, he undrestood, he will reduce! Y yo le miré con cara de “no te lo crees ni tú”. Pero sorprendentemente el conductor decidió seguir a una velocidad “normal”. Cuando dejé de sufrir por mi vida empecé a disfrutar del paisaje, que era bastante espectacular. La carretera subía por la montaña y teníamos muy buenas vistas del lago. Además, vimos a varias familias de baboons por la cuneta de la carretera.
Llegué a Mzuzu antes de que anocheciera y me instalé en un hostal recomendado en la guía, el Mzoozoozoo, un nombre bastante curioso. Estaba apartado del centro, era una casa con jardín. No había ningún viajero alojado allí en ese momento y el ambiente era un poco raro. Me instalé en una vieja caravana que había en medio del jardín. Era un poco más cara que el dormitorio, pero me hacía ilusión dormir allí. Por la noche estuve hablando con un par de locales, un chico joven y uno mayor. Les estuve explicando mi viaje y enseñándoles fotos. Querían ver fotos de los animales, ya que la mayoría de ellos no los habían visto. Da pena que ellos, que lo tienen al lado, no puedan disfrutar de las reservas naturales y los animales salvajes. Nos estuvimos riendo mucho con las fotos de los gorilas y el parecido que tienen con las personas. La mañana siguiente fui a pasear por el pueblo y a comprar algunas cosas. No había mucho que ver pero estuve sacando algunas fotos en el mercado. En Malawi los mercados están llenos de pescados pequeñitos del lago y los tienen expuestos formando enormes montañas. Después fui al cajero a sacar dinero porque lo más probable era que donde iba a hacer el voluntariado no hubiera cajeros. En Malawi el dinero es un gran problema para los turistas. Sólo hay un banco que acepte tarjetas internacionales y sólo tiene cajeros en las ciudades más principales. Además, lo máximo que se puede sacar de golpe son lo equivalente a 80 euros y lo máximo en el mismo día 160. Si tienes que pasar varios días lejos de la ciudad esto supone un grave inconveniente. Y como podéis imaginar no se puede pagar con tarjeta en casi ningún sito. Varios viajeros nos hemos encontrado con este problema.
Al día siguiente, después de volver a pasar por el cajero para sacar todo el dinero que me permitió, cogí un taxi que me llevaría a Nkhata Bay. Esta vez el taxi era un coche pequeño y curiosamente solo íbamos cinco. Nkhata Bay está a pocos kilómetros de Mzuzu y se tarda alrededor de una hora para llegar. Todo iba muy bien hasta que se pinchó una rueda del coche. El conductor no llevaba ninguna de recambio así que tuvimos que bajar. Vino otro coche a buscarnos. Es el coche más hecho polvo que he visto. En el interior faltaban la mayor parte de las cubiertas y se veían todos los mecanismos de las puertas. Para abrir las puertas se tenían que hacer algunos movimientos bastante peculiares, todo muy surrealista. Duramos solo unos minutos dentro, porque cuando el conductor intentó arrancar el coche no funcionaba. Nos cambiamos a un tercer coche y finalmente conseguimos llegar. Mi experiencia con el transporte público en Malawi me está recordando bastante a mis primeros días de viaje por Uganda, todo de lo más rudimentario. Pero tiene su gracia.
Ahora llevo ya unos días en Nkhata Bay. Estoy alojada en Butterfly Space, una especie de resort hippie al lado del lago que llevan dos chicas británicas. Hace muchos años que están aquí y tienen varios proyectos de colaboración con la comunidad. Estoy participando en algunos de ellos, os lo cuento más adelante.
Antes de acabar aprovecho para comentaros mis próximos planes. La primera parte del viaje, hasta Tanzania, la tenía más o menos planeada, pero a partir de allí estaba todo aún muy incierto. Mi primera idea era poder pasar por el norte de Mozambique antes de ir hacia el oeste. Pero por falta de tiempo y de dinero al final lo he descartado. Durante las dos últimas semanas he estado planificando bastante el tiempo para los tres meses que me quedan. Como comenté en el artículo publicado en La Vanguardia, voy a quedarme en Malawi hasta finales de mes. Esta segunda parte del viaje va a ser un poco diferente. No voy a estar tanto tiempo en cada país y voy a hacer una ruta, parando en los principales sitios, hasta llegar a Ciudad del Cabo. Después de Malawi estaré dos o tres días atravesando Zambia para llegar a las Cataratas Victoria. Pasaré por el norte de Botswana para visitar los dos parques más famosos y después iré hacia Namibia donde pasaré unas tres semanas. Las tres últimas semanas estaré por Sudáfrica. Pero ya iré contando los detalles en las próximas entradas.
Podéis ver las fotos de mis primeros días en Malawi en el siguiente link:
Rosa dice
Veig que aquest cop vas trencar la norma de no anar per aquests mons desconeguts de nit…! Sort que al final tot va anar be!
I prou cas que et fan si veuen que t’enfadas!!!!! I encara no has hagut de tocar al xiulet per que et fassin cas!!!! Jaja
El mercat es xulissim, tot esta super ben col.locat!!!!
Toni Romero dice
Hola Kris!
Ánims!
Força!
És curiós que la percepció de perill que tenim nosaltres no s’assembla a la percepció que tenen els africans. Clar que s’estimen la vida, però sembla que se la mirin d’una altra manera.
Jo també recordo viatjar per Tanzania a més de 100 km/h per camins de sorra seca i no m’ho podia creure.
Segur que et queden moltes coses noves per descobrir. Ulls oberts!
LaVanguardia, quina categoria!! hi ha dos fotos que et vaig fer jo!! jajajaja.
T’aprecio molt!.
Arreveure.
Kris Xerca dice
Toni! jjeejjeje si…la percepcio general de les coses es bastant diferent. Ja estic bastant acostumada a les seves imprudencie, pero es que lo d’aquet paio era realment exagerat!!
Totalment cert…les dos fotos d’Uganda de la Vanguardia les vas fer tu….demana drets d’autor!! De fet casi totes les fotos que tinc d’Uganda on surto jo les vas fer tu jaja
Kris Xerca dice
Si…vaig acabar viatjant de nit perque vaig haver d’esperar 3 hores! Tot i aixi semblava un lloc prou segur….encara que pensava que em deixarien literalment davant l’hotel i no hauria de caminar…pero tot s’acaba arreglant
I si…el del cotxe sorprenentment em va fer cas…em deuria veure molt enfadada jajja, si no hagues reduit hagues baixat del cotxe, era una bogeria
Ingrid dice
jajajaj em ric molt llegint els teus comentaris…. xD
Que macos els mercats com ho tenen organitzat tot!