El Fish River Canyon es el segundo cañón más grande del mundo, después del Cañón del Colorado. Está situado al sur del país, muy cerca de la frontera con Sudáfrica. Es una de las atracciones turísticas más visitadas de Namibia, pero quedaba demasiado lejos para ir a visitarlo con el coche. Nuestro siguiente destino era Ciudad del Cabo, así que antes de cruzar la frontera decidimos parar un par de días en Keetmanshoop, una ciudad en el sur de Namibia, para poder visitar el cañón. Como ya he comentado varias veces, es casi imposible moverse en transporte público y la única manera de visitar el cañón es con coche propio o con un tour organizado. Pero alquilar un coche desde esta ciudad no era fácil y encontrar un tour de un solo día al cañón tampoco. Al final, después de enviar unos cuantos emails, conseguí contactar con Ruddy, un hombre que vive en Keetmanshoop y se dedica hacer tours a los turistas. Me dijo que nos podía llevar un día al cañón por un precio bastante razonable.
El viernes por la mañana, un poco resacosos después de la fiesta del día anterior, nos despedimos de Ivan. Por la tarde, Judith y yo cogimos un autobús que nos llevaba de Windhoek a Keetmanshoop en unas 5 horas. Esta vez era un autobús moderno y muy cómodo, con asientos anchos y reclinables. Es de la compañía Intercape, una empresa sudafricana que hace largos trayectos entre Sudáfrica y algunos países del sur de África. El autobús nos dejó en una gasolinera a las afuera de la ciudad a media noche. Confiábamos en que habría algún taxi por allí. Hasta ese momento cada vez que he llegado en autobús algún sitio he tenido varios taxistas ofreciéndose para llevarme cuando aún no había ni salido del bus. Namibia es diferente. Pero la chica del hostal donde queríamos alojarnos me había asegurado por teléfono que habría taxis. Preguntamos a las chicas de la tienda de la gasolinera si tenían el número de algún taxista, pero nadie sabía nada. Llamé a la chica del hostal un poco cabreada esperando que me diera alguna solución para llegar hasta su hostal, pero la chica no sabía ni por dónde empezar. Al final llamamos a Ruddy, que obviamente estaba durmiendo, y nos vino a buscar. La verdad es que cuando había hablado con él por email se había ofrecido (cobrando, claro) a recogernos, pero yo le dije que ya nos espabilaríamos. Después de meses viajando piensas que ya sabes todos los trucos, pero realmente cada sitio es diferente, y cuando crees que ya lo has visto todo llegas a un sitio donde las cosas son distintas. Pero como siempre, al final todo acaba solucionándose. Llegamos al Rachel’s Backpackers casi a la una de la madrugada. La chica se levantó de la cama y medio dormida nos abrió la puerta. Ese no era un hostal de mochileros, era más bien una pequeña guesthouse, donde había varios locales alojados. Esta ciudad es muy poco turística.
El sábado por la mañana vino Ruddy a recogernos al hostal. Estuvimos un par de horas en la carreteraa antes de llegar a la entrada del parque del Fish River Canyon. Después de habernos pasado dos semanas pendientes de la carretera y de los mapas, se agradecía tener un conductor. Nos pasamos casi todo el trayecto durmiendo. Como era de esperar, el Fish River Canyon es impresionante. Tiene 160 km de largo, 27 km de ancho y 550 metros de profundidad en las zonas más altas. Se formó hace millones de años por la fuerza del agua del río Fisher y el movimiento de las placas tectónicas. Durante toda la mañana estuvimos observando la inmensidad del lugar desde diferentes miradores. Como de costumbre en Namibia, estábamos prácticamente solos, lo que hace que aún disfrutes más de la experiencia. Se pueden hacer algunas excursiones de varios días por dentro del cañón, pero sólo las hacen durante ciertas épocas del año, ahora hacía demasiado calor. Así que estuvimos tranquilamente disfrutando del paisaje y del silencio de la zona. Al mediodía salimos del parque y paramos a comer en una pequeña masía que había cerca. Estaba decorada con varios coches antiguos, un sitio curioso. Llegamos al hostal a media tarde y antes de despedirnos de Ruddy, nos convenció para ir con él el día siguiente a visitar un par de cosas interesantes que había en la zona. No teníamos nada planeado así que aceptamos.
El domingo por la mañana Ruddy volvía a esperarnos en la puerta del hostal. Esta vez era más tarde ya que todo estaba bastante cerca y no hacía falta madrugar. Fuimos al Quiver Tree Forest Rest Camp, una granja situada a pocos quilómetros de Keetmanshoop, donde tuvimos que pagar una pequeña entrada para visitar los alrededores. Una de las zonas a visitar es el Giant’s Playground, una extensa área llena de enormes rocas amontonadas unas encima de las otras de formas muy curiosas. Cuando Ruddy nos lo explicó el día anterior pensamos que no sería algo muy interesante, pero nos sorprendió positivamente. Son enormes rocas volcánicas que se formaron hace millones de años cuando el magma se enfrió muy cerca de la superficie terrestre. Con el paso de los años las zonas más blandas de la tierra se fueron erosionando y dejaron las rocas de magma al descubierto. Al principio da la sensación que alguien haya ido allí a ponerlas unas encima de las otras, ya que parece imposible que esa sea su posición natural. Pero cuando te subes encima de alguna piedra y ves la cantidad de montañitas de rocas que hay te das cuenta de que eso no lo ha hecho nadie. Estuvimos jugando a subirnos a algunas piedras. Lo de escalar no es mi fuerte y estuve a punto de abrirme la cabeza intentando bajar de una roca a la que me había subido. Me pegué un buen golpe pero milagrosamente caí de tal forma que no me hice daño, y todo quedó en un susto y muchas risas.
En esta granja tienen a tres guepardos en cautividad. De hecho, en Namibia hay varias granjas donde tienen algunos animales salvajes en cautividad. Estas situaciones generan varias polémicas. En este caso el hombre nos explicó que muchos granjeros están “enfadados” con los guepardos porqué se comen a sus cabras y vacas y que a veces los matan. A este señor le dieron estos guepardos cuando aún eran bebés, porque habían matado a su madre. Él los cuidó como si fueran gatos y como nunca han vivido en libertad no los puede dejar libres porque no sobrevivirían. Parece que el hombre los cuida bastante bien. Tienen una zona bastante grande para estar. Los machos y las hembras tienen que estar separados porque el gobierno no permite criar en cautividad. En la zona donde están los dos machos se puede entrar con el coche, y el hombre de la granja nos dio permiso para entrar. Nos costó un rato encontrarles, pero al final les vimos a los dos, durmiendo bajo la sombra de un arbusto. Aquí era mucho más fácil verles que en los safaris y hasta pudimos bajar del coche para sacarnos algunas fotos.
Después del encuentro con los guepardos fuimos a comer nuestro picnic en el Quiver Tree Forest. El Quiver es un tipo de árbol que hay en la zona sur de Namibia y norte de Sudáfrica. “Quiver” significa un contenedor para las flechas. Los hombres del desierto (bushmen), vaciaban las ramas tubulares de este árbol y las usaban para guardar las flechas y colgárselas en la espalda cuando salían a cazar. El árbol tiene una forma peculiar, con ramas cortitas y la corteza del tronco con una textura muy bonita.
Para acabar nuestra visita volvimos a visitar a los guepardos. A las cinco de la tarde es la hora de la comida. El hombre de la granja les da un buen trozo de carne a cada uno y mientras están comiendo puedes acercarte a ellos y ¡hasta tocarlos! Como están distraídos con la comida no son peligrosos en ese momento. Fue una buena experiencia, es emocionante poder tocar a estos animales salvajes. También era increíble cómo el hombre les conocía a cada uno perfectamente, y sabía qué carácter tenían y cómo comportarse delante de cada uno. Unos se dejaban tocar y otros no.
Por la tarde estuvimos esperando en el hostal hasta las diez de la noche. Ruddy nos llevó a la gasolinera donde cogimos el mismo autobús, esta vez nos dejaría a Ciudad del Cabo. Era un viaje de 14 horas, dormimos en el bus, pero era comodísimo y se pasó rápido. Ahora ya hace un par de semanas que estoy en Sudáfrica, os lo cuento en la próxima entrada. Llevo el blog bastante atrasado, pero intentaré ponerlo al día pronto.
Podéis ver las fotos de estos días en el siguiente link:
Rosa dice
Lindos gatitos!!!!! queda vegada mes aprop eh!!!!!
A veure si no baixem de les roques per la via rapida! Despres del puenting et tiras de tot arreu com sin res!!!!
Quins arbres mes macos… I els cotxes? Son tipics d’aqui? L’arbre dins del cotxe impressionant!!!
Cuida’t! Molt petons
Kris Xerca dice
jeje si ..semblaven gatets inofensius;)
Si bastant xulo els cotxes…suposo que són els que tenien per aquí fa uns anys…
petons
Laia Vives dice
No dejo de emocionarme el que estés en Namibia disfrutando de este gran país y verte en los mismos lugares que estuve yo hace años. Me impresiona…. Que bien que finalmente cruzaras el gran cañon, en la epoca que fui yo no lo pude hacer, solo hice una pequeña excursión y vi solo un trocito, así que ahora he podido disfrutar de tus explicaciones, de las fotos y de tu experiencia en este lugar tan hermoso.
Hay algunas fotos que haces que son espectaculares y tu siempre «sonrisa» en ellas es una delicia.
UN ABRAÇADA MOLT MOLT FORTA
Kris Xerca dice
jejej gràcies!! M’alegro que t’agradi el text i les fotos!
Tot i aixi, igual m’he explicat malamnet, pero nosaltres tampoc el vam creuer el Canyon! Només el vam veure des de diferents miradors, pero sempre des del mateix cantó!
Una abraçada
Fernando dice
Kris, hoy he descubierto tu blog. Fascinantes tus relatos, los seguí con Google Earth por cada carretera y lugar por donde pasaste, fantásticas imagenes. Hoy amaneció lloviendo y así ha estado todo el día, un domingo que se vislumbraba bastante aburrido en realidad ha sido emocionante. Desde ya estoy poniendo a Namibia en mis vacaciones futuras. Te felicito por tu blog, esta buenísimo, espero los relatos de Sudáfrica pronto.
Saludos desde Luanda, Angola.
Kris Xerca dice
Hola Fernando!
Muchas gracias, me alegro de que hayas disfrutado leyendo. Sin duda Namibia merece una visita, espero que puedas ir 😉
Saludos!