Día 1: De Windhoek a Outjo (325 km)
El día anterior al mediodía habían llegado Ivan y Judith. Pasamos la tarde relajados en el hostal acabando de planificar nuestra ruta y salimos a dar un paseo a última hora y a cenar por la ciudad. Como ya comenté, en Windhoek no hay nada que ver. El día siguiente empezaba nuestra ruta por Namibia, ya teníamos ganas de coger el coche. Nos recogieron a las 8 de la mañana en el hostal y nos llevaron a las oficinas de Savanna Car Hire. Coger el coche fue un proceso lento. Nos pasamos casi tres horas en la oficina. Tuvimos que hacer mucho papeleo y nos explicaron cómo funcionaba todo, tanto el coche como el equipo de camping. El coche viene completamente equipado para poder acampar. Hay dos tiendas en el techo, camping gas, mesa y sillas y varios utensilios para cocinar. También nos enseñaron cómo cambiar la rueda y cómo usar el compresor de aire que viene instalado en el coche para hinchar y deshinchar las ruedas, ya que tendríamos que adaptar la presión en función del terreno. Nos dieron muchísima información y salimos un poco saturados, pero pensamos que ya iríamos descubriendo las cosas sobre la marcha. Las chicas de la oficina eran bastante repelentes así que teníamos ganas de salir de allí y perderlas de vista. Ninguno de los tres había conducido antes un coche de este estilo, además aquí se conduce por la izquierda, así que salimos poco a poco y bien atentos para no liarla sólo empezar. La primera parada fue en el centro comercial. Allí nos pasamos un buen rato para comprar comida. No sabíamos muy bien lo que nos íbamos a encontrar durante la ruta así que queríamos llenar bastante el coche. Una decisión que no fue muy acertada, pero esto lo descubrimos al cabo de unos días. Sobre las dos del mediodía empezamos el viaje. Nuestra primera parada sería el Parque Nacional de Etosha, dónde pasaríamos un par de días de safari. Esa primera noche queríamos dormir en Outjo, una ciudad que queda cerca del parque. Estuvimos conduciendo unas 4 horas por una carretera asfaltada y muy recta, un trayecto fácil. Por el camino ya pudimos ver un par de jirafas. Una vez en el camping, el Etotongwe Lodge, empezamos a ver el trabajo que nos llevaría cada día instalarnos. Abrir las tiendas, montar las mesas, cocinar, etc. No es que sea difícil, pero hay que hacer varias cosas y hay trabajo para todos. Cuando vas de camping hay poco tiempo para descansar. Pero poco a poco iríamos cogiendo práctica. Dormir en la tienda es cómodo y ver el amanecer desde la cama es genial.
Día 2: De Outjo a Halali (120 km hasta Okaukuejo y 140 km dentro del parque)
Después de un desayuno bastante completo y de desmontar toda la paradita, salimos sobre las 9 y media de la mañana hacia Etosha. Llegamos a Okaukuejo, la entrada principal, a las 11. Allí compramos nuestros permisos y empezamos el safari. El parque es enorme. La mayor parte del nordeste del parque está cubierto por una extensa salina de color casi blanco. La parte sur es sabana con matorrales y arbustos bajos. La carretera principal recorre el parque de oeste a este y hay varios caminos secundarios que llevan a las diferentes charcas de agua, el mejor sitio para ver animales. Moverse por el parque es bastante fácil. Los animales se acercan a menudo a beber agua en las charcas así que lo mejor es ir acercándote a las diferentes charcas indicadas en el mapa del parque y esperar coincidir con algún animal sediento. No tardamos mucho en ver los primeros animales. Varias cebras, avestruces y antílopes rodeaban la primera charca que visitamos. La mezcla de colores es preciosa. También vimos muchos oryxs, un tipo de antíope bastante grande, de color gris y cuernos rectos y muy largos, que aún no había visto en ningún otro parque, es muy bonito y muy común en Namibia. En la segunda charca nos encontramos con un escenario bastante cruel pero espectacular a la vez. Había una cebra muerta. Probablemente la habían matado algunos leones esa madrugada. Pero los leones ya no estaban y había algunos jackales disfrutando de un buen banquete. Estaban con la cara roja de sangre e iban arrancando la carne de la cebra. A pocos metros había un grupo de buitres esperando su turno. La imagen no nos dejó indiferente. En una de las siguientes charcas que vimos había una manada de elefantes y estuvimos un rato viendo cómo bebían y jugaban entre ellos. Detrás de los elefantes pudimos ver una leona a lo lejos que descasaba a la sombra de un arbusto. Paramos a comer delante de una charca de agua donde había muchísimas cebras y algunos ñus. Mientras comíamos sentados en el coche el tupper de pasta que nos habíamos preparado, pudimos disfrutar de los colores, los sonidos, y los movimientos de los animales. Una sensación increíble. Después de comer fuimos a un mirador que hay en el centro del parque. Hay un camino que se adentra en la salina y puedes pararte allí con el coche. La salina se extiende hasta donde alcanza la vista, completamente llana y de color blanco. Era precioso y estábamos solos. Por la tarde seguimos viendo más charcas, algunas solitarias y otras con varios grupos de animales. Coincidimos con algunas jirafas. Antes del atardecer llegamos al Halali Camp, dentro del parque. Lo mejor de este sitio es que hay una charca a pocos metros de la zona de acampada a la que se puede acceder de noche. Han puesto varios bancos y han iluminado la charca con unas luces naranjas que no molestan a los animales. La gente se sienta completamente en silencio y espera a que los animales se acerquen a beber. Cuando estuvimos nosotros no hubo mucho movimiento, pero tuvimos la suerte de ver a un rinoceronte negro. Este animal está en grave peligro de extinción y es difícil verle. Namibia es una de los sitios donde tienes más probabilidad de avistarlo. No pudimos estar mucho rato porqué empezó una fuerte tormenta y nos estábamos quedando empapados, así que nos fuimos a dormir y a descansar para el día siguiente.
Día 3: De Halali a Opuwo (340 km dentro del parque y 190 km hasta Opuwo)
Como he comentado en varias ocasiones, los mejores momentos para observar animales, sobre todo a los depredadores, son el amanecer y el atardecer. Las puertas del parque abren a las 6 y pico de la mañana y nuestra intención era empezar bien temprano. Al final conseguimos salir a las 7. Fuimos a ver la charca del lodge a ver si teníamos suerte y veíamos algún león bebiendo…pero eso era mucho pedir. Ese día teníamos que recorrer la parte oeste del parque ya que queríamos salir por la puerta que está situada al extremo oeste. Primero tuvimos que retroceder lo que habíamos hecho el día anterior, pero volvimos por la carretera principal así que en una hora y pico llegamos a Okakuejo, donde habíamos entrado. Pero antes quisimos pasar por la charca donde el día anterior habíamos visto la cebra muerta. Teníamos curiosidad para ver cómo había quedado. Sólo quedaba el esqueleto, era impresionante. En Okaukuejo nos paramos a desayunar y a ver la charca de ese lodge. Varios ñus caminando en fila se acercaron y se pusieron a beber. También había un grupo de cebras, oryx y otros antílopes y algún jackal paseándose por allí. Después de desayunar seguimos nuestra ruta. Al cabo de un rato un coche que nos cruzamos nos dijo que acababan de ver a un león durmiendo al lado de un árbol. Nos acercamos y allí estaba, durmiendo profundamente, pero esta vez le pudimos ver muy de cerca. Al cabo de unos minutos, otro león se dejó ver entre la hierba. También estaba durmiendo a poco metros del otro. Pudimos ver su melena pero se le cerraban los ojos de lo dormido que estaba. Al menos habíamos podido verles. Después de esto estuvimos bastante rato recorriendo la carretera principal. Por el camino vimos varios animales, hasta algunos que cruzaban delante de nosotros. El mejor encuentro fue casi al salir del parque, en la última charca que visitamos. Había otra manada de elefantes bebiendo, también estaban muy cerca. Y por si eso no hubiera sido suficiente para despedirnos del parque, vimos como un rinoceronte salía de los arbustos y se acercaba lentamente. La manada de elefantes empezó a alejarse y le dejaron vía libre. Esperamos a que el rinoceronte llegara y se puso a beber delante nuestro. Una imagen perfecta para acabar nuestro safari.
El parque cumplió con nuestras expectativas. Aunque ya he hecho varios safaris, este no me decepcionó para nada. Los colores son muy diferentes a los de otros parques y poder recorrerlo en tu propio coche es otra sensación. Tiene la desventaja que al ir sin guía a veces cuesta más ver a los animales, pero es más auténtico y más emocionante. Además, aunque hay varios turistas, el parque es muy grande y no se acumulan. En varias ocasiones estás completamente solo delante de los animales. Al salir del parque estuvimos conduciendo un par de horas más hasta la ciudad de Opuwo, en el noroeste. Llegamos cuando ya había anochecido y nos instalamos en el Opuwo Country Lodge, había sido un día largo.
Día 4: De Opuwo a Epupa Falls (180 km)
Opuwo es la ciudad principal de la región de Kaokoland, en el noroeste de Namibia. Esta es la tierra de los Himbas, una tribu que sigue conservando su estilo de vida tradicional. Es una zona árida y una de las más remotas de Namibia. Nuestro siguiente destino eran las Epupa Falls, unas cataratas en el río Kunene, que marca la frontera entre Namibia y Angola. Pero antes teníamos que hacer algunas gestiones en la ciudad. Nos levantamos tranquilamente y estuvimos disfrutando un rato de las vistas del lodge. Estaba situado en la ladera de la montaña, a pocos quilómetros de la ciudad y tenía unas vistas espectaculares del valle. Después de relajarnos bajamos a la ciudad en busca de un mecánico que pudiera arreglarnos un par de cosas del coche que se habían roto. Al retrovisor izquierdo le faltaban un par de tornillos y temblaba mucho y una de las válvulas hidráulicas de la puerta trasera del coche también se había roto. Contactamos por teléfono con un mecánico y fuimos a su taller. Era un sitio muy rudimentario y los tres mecánicos que había trabajaban al estilo africano, con la parsimonia. Estuvimos casi dos horas para cambiar los cuatro tornillos. Venía uno, se lo miraba, iba a buscar un tornillo, lo probaba, no funcionaba, volvía a buscar otro tornillo. Esta secuencia se repitió varias veces. Durante el proceso rompieron una de sus herramientas y se pasaron un buen rato para arreglarla. El que tenía que arreglar la válvula hidráulica la puso del revés. Al final, después de mucha paciencia, muchas risas y bastante colaboración por nuestra parte, salimos de ahí con todo “arreglado”. Después fuimos a comprar al supermercado, a poner gasolina y comer algo en un restaurante local. En Opuwo no hay nada especial que ver, pero lo mejor de la ciudad es pasearse y ver la mezcla de personas que conviven allí. Por un lado hay los Himbas. Las mujeres de esta tribu van con los pechos descubiertos y una especie de falda corta hecha con pieles. Llevan peculiares decoraciones en el pelo y toda la piel cubierta con una especie de crema ocre que fabrican ellos mismos. Por otro lado hay las mujeres de la tribu de los Herero. Éstas, como comenté en otra entrada, van con enormes vestidos de estilo Victoriano, a conjunto con un sombrero de forma triangular. Si cada tribu por si sola ya tiene unas vestimentas bastante peculiares, verles juntos es aún más espectacular. Después hay los que adoptan una mezcla entre tradicional y moderna y puede verse, por ejemplo, varias chicas en sujetador por la calle. Da la sensación de estar en un carnaval. Se producen situaciones curiosas como estar eligiendo un yogurt en el supermercado y tener a una mujer con los pechos al aire al lado. En la gasolinera también había un caos considerable, una especie de tetris de coches y camiones luchando por poner gasolina.
Después de todas las gestiones empezamos el camino, de un par de horas, hasta Epupa Falls. Era una carretera de arena pero ancha y bien mantenida. El paisaje era espectacular, montañas y valles de colores marrones y amarillentos. Cuando estás llegando al río Kunene se puede ver una especie de Oasis en medio del desierto. Cerca de la orilla del rio crecen varias palmeras. El color verde contrasta con el marrón del desierto. Nos instalamos en el Epupa Campsite, justo al lado del río y muy cerca de las cascadas. Íbamos a pasar un par de noches allí.
Día 5: Epupa Falls
Después de varios días de carretera decidimos pasar un par de noche en este sitio paradisíaco. Aprovecharíamos para visitar a los Himbas y conocer un poco la zona. Contratamos a Samuel, un guía local que nos acompañaría todo el día. Primero queríamos ir a visitar un poblado Himba. Hay varios poblados que se pueden visitar pero optamos para ir a uno que estaba un poco más lejos, unos 30 km, que era menos turístico. Primero paramos e una pequeña tienda para comprar algunas cosas de comida que daríamos a la gente del poblado para agradecerles que nos abrieran las puertas de sus casas. Desde mi punto de vista, una opción mucho mejor que dar dinero. Los Himbas construyen poblados sencillos, con materiales naturales y se mueven de un lugar a otro en función de la comida. Su principal fuente de dinero es el ganado. Tienen principalmente cabras y cuantas más tienen más ricos son. Igual que en la tribu de los Masáis, en Kenia y Tanzania, los hombres se dedican al ganado y las mujeres a cuidar las casas, el poblado y los niños. Las cabras las utilizan para obtener leche y sólo se las comen en celebraciones especiales. Además, también las pueden vender para obtener dinero en efectivo cuando lo necesitan. Samuel nos estuvo enseñando las diferentes zonas y casas del poblado y nos explicó algunas de sus tradiciones. El jefe del poblado es un hombre, que suele tener varias mujeres. Ese día no había mucha gente porqué se ve que muchos estaban reunidos. Pero aun así pudimos conocer algunos que nos recibieron muy amablemente. Primero conocimos a un grupo de chico jóvenes. Iban con taparrabos y unas trenzas espectaculares en el pelo. Algunos de ellos también iban con camisetas que les habían regalado los turistas. Después entramos en una de las casas, hechas con caca de vaca seca, y estuvimos un buen rato hablando con las mujeres. Ellas eran mucho más abiertas y curiosas que lo chicos y tuvimos algunas conversaciones bastante divertidas. Les hacía mucha gracia que tuviéramos la nariz tan pequeña comparado con la suya y pensaban que igual de pequeños nos ponían una pinza para que nos quedara así. También nos enseñaron como fabrican la crema ocre que usan para la piel y algunos perfumes. Esta especie de barro que se echan les permite mantener la piel limpia y les protege del sol y de los mosquitos. Llevan muchos collares y brazaletes. El pelo es espectacular. Los niños son muy divertidos y también van con trenzas bastante graciosas. Después de varias risas, nos sacamos algunas fotos con ellas y nos despedimos. Nos gustó mucho la visita ya que estuvimos solos y todos se mostraron muy abiertos. Más que ir a ver un museo viviente fue como un intercambio cultural. Nosotros descubrimos cosas de ellos y ellos de nosotros. A la vuelta paramos en otro poblado a comprar algunos collares y pulseras de recuerdo. Después de la visita a los Himba, Samuel nos llevó a recorrer un trozo del río en busca de cocodrilos. Sólo pudimos ver uno a lo lejos, bastante grande e impresionante. Pero lo mejor fue que pudimos ver el rio y toda la vegetación de los alrededores desde diferentes puntos de vista. Una vez en el camping hicimos una barbacoa, con buena carne que habíamos comprado en Opuwo y al atardecer fuimos a ver las cascadas.
Por la noche conocimos a nuestros “vecinos”, a Chris y su mujer. Eran una pareja de ingleses que llevan muchos años viviendo en Namibia. Habían recorrido todo el país en 4×4 y se conocían todos los caminos a la perfección. Kaokoland es una de las zonas más remotas del país y hay varias rutas que se pueden hacer en 4×4. Lo bueno es que estás completamente solo y lo malo es que estás aislado y si tienes algún problema es difícil encontrar ayuda. Cuando estaba organizando la ruta estuve buscando varia información sobre esa zona y planeé pasar algunos días allí. Pero cuando llegué a Windhoek y empecé a hablar con la gente me dijeron que era arriesgado meterse por allí sin experiencia y sólo con un coche. Así que al final tuve que cambiar la ruta. Pero Chris nos estuvo contando su experiencia y nos dio otra perspectiva. Nos estuvo proponiendo una ruta de un par de días que podíamos hacer. Él se lo conocía todo a la perfección y nos hizo un esquema en un papel con todas las indicaciones que teníamos que seguir. Me gustó mucho hablar con él porque nos advertía de todos los peligros, pero a la vez no animaba a aventurarnos. Decía que era una pena que hubiéramos llegado hasta allí y que no saliéramos de la carretera principal. Tanto él como su mujer nos estuvieron dando varios consejos sobre cómo actuar si nos encontrábamos algunas dificultades.
Después de hablar con él estuvimos hablando entre los tres bastante rato. Teníamos que decidir si seguíamos con la ruta planeada o nos aventurábamos por la ruta de Chris. El principal riesgo era que si teníamos algún problema estábamos incomunicados, ya que puede que pasen días antes de que te cruces con otro coche y no hay señal de móvl. Pero habíamos alquilado un teléfono satélite que permite llamar desde cualquier sitio así que eso estaba solucionado. Un GPS también hubiera sido bastante útil, ya que si te pierdes puedes saber dónde estás. Nosotros teníamos que tirar del sencillo mapa que teníamos y de las indicaciones de Chris. Tendríamos que estar muy atentos para saber en cada momento dónde nos encontrábamos. Tendríamos que utilizar el contador de quilómetros. El otro problema es que si el coche se estropeaba y no podíamos continuar esas carreteras no estaban cubiertas por el seguro, así que tendríamos que pagar todo el rescate. Los riesgos eran varios, pero con precaución podíamos reducirlos. La emoción y la aventura superaron los miedos y todos decidimos optar por la ruta alternativa. Nos fuimos a dormir emocionados con el nuevo cambio de plan. Tendríamos que madrugar.
Día 6: De Epupa Falls a Orupembe (180km hasta Opuwo y 210km hasta Orupembe)
Nos levantamos a las 6 de la mañana y a las 7 ya estábamos en marcha. Teníamos varios quilómetros por carretera difícil y queríamos salir con margen de tiempo. Primero volvimos a Opuwo, donde compramos comida, agua y llenamos el depósito de gasolina. El coche llevaba doble tanque, así que en total podíamos llevar 140 litros, suficiente para la ruta que queríamos hacer. Empezamos nuestra aventura sobre las 11 de la mañana. A pocos quilómetros de Opuwo dejamos de circular por la carretera y nos metimos por caminos estrechos. A partir de ese momento tendríamos que seguir roderas. Avanzábamos lentamente pero sin dificultades. Había varios trozos del camino con varias piedras pero los íbamos pasando bastante bien. Sorprendentemente el camino estaba bastante bien indicado y hasta había varias señales de tráfico. El paisaje era espectacular y variaba continuamente. Pasábamos por grandes llanuras y valles entre montañas que iban cambiando de color. Vimos algunos poblados Himbas, pastores con cabras y muchos avestruces. Al mediodía paramos a comer en medio de la nada. Sacamos la mesa y las sillas y nos pusimos bajo la sombra de un árbol. Estábamos completamente solos, solo había varias moscas cojoneras. No vimos ni un solo coche en todo el día. A media tarde llegamos al Marble Camp, un pequeño sitio de acampada gestionado por la gente local. Estaba a pocos quilómetros de un mini pueblo conocido como Orupembe. Allí coincidimos con un par de coches más. Estábamos muy contentos del inicio de nuestra aventura. Durante todo el camino el copiloto se encargaba de ir señalando todos los cruces que íbamos pasando, y en cada cruce poníamos el cuanta quilómetros a cero. Así todos podíamos saber nuestra localización. Además, tanto en el mapa como en las indicaciones de Chris había los quilómetros marcados así que podíamos saber cuánto trozo había de un sitio a otro. En el campamento disfrutamos de una puesta de sol espectacular.
Día 7: De Orupembe a Puros (110 km)
Después del éxito del primer día de aventura, empezamos el segundo día bastante motivados. Esta vez el reto seria mayor. No íbamos a seguir el camino principal, sino uno aún más secundario que ni siquiera salía en el mapa. Chris nos había dicho que este era más panorámico. Ahora el único mapa que teníamos era uno que nos había dibujado él a mano. Durante la primera parte del camino estuvimos circulando por el lateral del río, que ahora estaba seco. Nos encontramos a varias jirafas, cebras, avestruces y baboons. El paisaje seguía siendo espectacular y estábamos totalmente solos como el día anterior. Después de varios quilómetros nos alejamos del rio y estuvimos pasando un pequeño puerto de montaña. La carretera estaba llena de piedras y avanzábamos muy lentos. Entonces nos pasó lo que ya teníamos. Una enorme piedra puntiaguda que no pudimos esquivar nos reventó una de las ruedas traseras. Llevábamos dos ruedas de recambio así que eso tampoco suponía un grave problema. La pudimos cambiar con bastante facilidad. Pero durante los siguientes quilómetros nos entró un poco de pánico pensando que íbamos a pinchar con cada piedra que veíamos. Teníamos esa sensación de que si había pasado una vez volvería a pasar, y solo nos quedaba otra rueda. Durante un rato íbamos parando a apartar todas las piedras que veíamos un poco grandes, pero eso no era muy eficiente así que poco a poco nos dejamos de paranoias y continuamos tranquilamente. La siguiente prueba vino en el último trozo del camino. Teníamos que hacer 25 quilómetros por el río. Ahora estaba seco, pero el suelo era arena completamente blanda. No teníamos ninguna experiencia conduciendo en arena pero con las indicaciones de Chris fuimos avanzando más o menos bien. Teníamos la sensación de estar patinando sobre hielo, el coche iba de un lado a otro. A un cierto punto nos quedamos completamente atascados. Nos tocó bajar del coche y nos pasamos un rato sacando la arena de las ruedas con la ayuda de una pala que llevábamos. Además, teníamos un par de piezas de madera que pusimos delante de las ruedas traseras que eran las que estaban más atascadas. Ivan se puso al volante y Judith y yo empujamos por detrás. Bastante apurados conseguimos sacar el coche de allí. La sorpresa vino cuando intentamos recuperar las piezas de madera, habían desaparecido por arte de magia. Las estuvimos buscando un rato por debajo la arena pero al final las dimos por perdidas. Algo que tampoco nos gustaba mucho porque no podríamos usarlas si volvíamos a atascarnos. Pero tuvimos suerte y conseguimos llegar al campamento a primera hora de la tarde sin más problemas. El camino había sido duro, pero lo superamos muy bien teniendo en cuenta la poca experiencia que teníamos. Chris nos había dado unas indicaciones perfectas. Ese día tampoco nos cruzamos con ningún coche. La sensación de estar solos en medio de ese paisaje espectacular era increíble. Al llegar al campamento, el Puros Camp, decidimos coger un guía que nos acompañara durante un rato a buscar los elefantes del desierto. En esta zona de Namibia habitan los elefantes del desierto. Unos de las pocas zonas del mundo donde aún hay elefantes en total libertad, es decir, que no están dentro de un parque. Estuvimos conduciendo un rato por otro río, esta vez sí que había un poco de agua. El guía iba siguiendo los rastros de los elefantes como las huellas, las cacas y los trozos de hierba que arrancaban. Sabíamos que estaban cerca pero no tuvimos la suerte de encontrarles. Estaba anocheciendo y tuvimos que volver. Por la noche cuando estábamos preparando la cena en el campamento tuvimos una visita sorpresa. Eran Chris y su mujer. Tenían planeado llegar un día más tarde pero al final decidieron intentar alcanzarnos. Se alegraron de vernos allí y saber que todo nos había ido bien. Nosotros nos alegramos de verles y de poder darles las gracias por habernos motivado a hacer esa ruta y por todas las indicaciones que nos habían dado.
Día 7: De Puros a Palmwag (225 km)
Antes de acabar nuestra aventura por zonas remotas, esa mañana fuimos con el mismo guía a visitar otro poblado Himba. Era nuestra última oportunidad, ya que a partir de entonces nos alejaríamos de sus tierras. Esta vez la visita no nos gustó tanto. La gente era menos abierta y estaba todo mucho más preparado para los turistas y era menos auténtico. Después de la breve visita estuvimos dos horas y pico por una carretera secundaria hasta llegar a Sesfontein. La primera zona civilizada que encontrábamos después de tres días. Allí reparamos la rueda pinchada en un pequeño taller y después continuamos por la carretera principal hasta Palmwag. Pasamos la noche en Palmwag Lodge, el camping más lujoso y cómodo en el que habíamos estado en todo el viaje. Fue un buen sitio para descansar después de los agotadores días anteriores. Ya estábamos fuera de la “zona de peligro”.
A partir de allí seguimos nuestra aventura durante casi una semana más, pero esto ya os lo cuento en la próxima entrada.
Podéis disfrutar vosotros mismos del impresionante paisaje con las fotos del siguiente link:
Carlos dice
Chris & his wife??!?!? També te’ls has trobat?? Què fort!
😉
Enorme amb el cotxe anant sols pel desert. Jefes!
Kris Xerca dice
jajaja 😉
el padrinet dice
Batua dena quina excursió! Aixó sí que es anar a l’aventura
El cotxe aquest és una passada, a més no sé com us ho feu, perque a totes les fotos sembla que acabi de sortir del tunel de rentat.
Els Himbas es veuen molt bona gent, encara que les senyores es deuen gastar tots els estalvis a la peluqueria…
Això d’anar al Super en topless és una bona idea perque els homes tinguin més interés en ajudar a fer la compra diaria…
A les fotos et veus molt bé. En un viatge així, més d’un hagués perdut uns quants kilos, però tu estàs tan maca com sempre.
Kris Xerca dice
jajajja, el cotxe estava ple de pols, el que passa que et deus pensar que aquest era el seu color normal!
El tema de les dones amb topless pel supermercat no se si acabaria de funcionar jaja
I no…no he perdut cap quilo…més aviat n’he guanyat algun! menjar no m’en falta 😉
Rosa dice
Aixo si que es un curs intensiu de conduccio, navegacio, mecanica, improvisacio i superacio! Quina pasada. El cotxe i l’equip molt xulos. Els menjars de les fotos tenen molt bona pinta!
A part de les instruccions del cotxe…. No us van dir que calia fer si algun animaletvs’acostava massa? A part de resar….
El que portan les Himbas al cap… Amb que ho fan? Amb fang?
La diferencia de vestuari de les tribus, convivint juntes es molt surrealista….es la cara i la creu….
Petons
Kris Xerca dice
Si va ser una bona aventura i vam aprendre bastant! una bona experipencia!
Els animals en general van a la seva i normalment quan passes s’espanten i s’allunyen. Si fas servir el sentit comu i no els molestes es molt extrany que et vulguin fer res.
El pentinat de les Himbas és bastant curios…si ho fan amb una mena de fang que preparen elles mateixes!
Petons!
LAIA dice
No saps com gaudeixo llegint la teva experiència a Namíbia. Em porta molts records, és un país en el qual vaig gaudir molt i tinc un record excepcional. Les fotos són precioses i alguna d´elles parla per si sola. Una abraçada molt forta i segueix gaudint d´ aquet país maravellós.
Kris Xerca dice
M’alegro que disfrutis llegint!Namibia es increible! una abraçada!
Sara Cristina dice
Yo también quiero un coche así, listo para toda clase de inclemencias. Además, lo de enseñar a cambiar una rueda y demás conocimientos básicos de mecánica deberían de practicarse en la autoescuela.
PD: menudo viaje te has pegado!
Kris Xerca dice
Hahah yo también quiero un coche así 😉 estoy de acuerdo en lo de que deberían enseñarnos estas cosas en la autoescuela….no se lo digas a nadie, pero es la primera rueda que cambiaba 😉
Cristina Souza da Rosa dice
Uau! Que súper viaje! Ya me gustaría hacer algo así! Me imagino que bonito los paisajes y todo que se ve por el camino. besitos!
Kris Xerca dice
Gracias Cristina! La verdad es que es todo increíble, a ver si algún día te animas a ir !!
Mônica dice
Eso sí es aventura. Debe ser algo impresionante, tan diferente de los típicos viajes que hacemos.
Acompaño tus fotos en Instagram e son muy chulas.
Un saludo.
Kris Xerca dice
Gracias Monica, me alegro de que te gusten!!
Alejandro dice
Hola Kris,
Me encanta tu blog. Gracias a el vamos a viajar a Namibia este año.
No se si me puedes ayudar. Quería preguntarte si es dificil coger los campings o hay que reservar. Es seguro acampar fuera de ellos?
Estoy preparando la ruta para 12 días. Algo que no me pueda perder?
Muchas gracias.