Saint Louis está en la costa norte donde el río Senegal se une con el océano atlántico. De hecho, la ciudad es una pequeña isla situada entre dos brazos del río. La noche anterior habíamos acampado a medio camino entre Dakar y Saint Louis y en un par de horas más de conducción nos plantamos al centro de la ciudad. Nos alojamos en el Hotel du Palais. Después de una ducha rápida salimos a dar una vuelta.
La pesca es el motor que mueve la ciudad. Cruzamos un pequeño puente que une la isla principal con otra estrecha lengua de tierra. Desde el puente se ven centenares de barcas de madera amarradas una al lado de la otra pintadas con colores vivos y decoradas con todo tipo de dibujos. Las barcas llegan hasta donde alcanza la vista. Es media mañana y no hay mucha actividad, pero se ven algunos pescadores recogiendo redes o moviendo cubos de un lado al otro.
Estamos hambrientos y buscamos un sitio local para comer. Nos dicen que aún es pronto y los platos no están listos hasta las 13.30h. Unos días después descubriremos que esta es la hora estándar en todo el país ya que es imposible encontrar sitios que tengan la comida preparada antes. Paseamos por algunas de las calles de la ciudad y volvemos a la hora que nos han dicho. El plato más típico de Senegal es el thieboudienne y consiste en una cantidad bastante grande de arroz frito con un trozo de pescado acompañado con alguna verdura. En un restaurante local suele costar 500 francs CFA (menos de un euro), aunque en sitios más turísticos puedes llegar a pagar 10 veces más. Otros platos típicos son el mafé que es una salsa de cacahuete normalmente acompañada de arroz o el poulet yassa que es pollo con un sofrito de cebolla. Los sitios locales preparan estos platos en grandes cantidades y cuando llegas sólo tienen que servirte.
Después de comer decidimos seguir caminando hacia el sur al lado de las barcas. Nos sorprende lo largo que es el paseo. Hay cientos y cientos de barcas de diferentes tamaños. En una de las zonas hay una especie de mercado donde se mezclan los pescadores que descargan con las mujeres que esperan para comprar o algunas que tienen sus paraditas de pescado. Nos pasamos un buen rato observando. Hasta vemos a uno que ha pescado un pequeño tiburón martillo. La mayoría de las barcas están amarradas. Preguntamos varias veces a qué hora suelen salir a pescar para poder verlo pero no conseguimos una respuesta clara. Después caminamos por la zona de la playa donde también hay muchísimas barcas, aunque más pequeñas. Aquí podemos ver como llegan y salen algunas de ellas.
A media tarde nos vamos al hotel y nos quedamos descansando aprovechando la buena conexión a internet, algo que sabemos que será poco habitual durante el viaje. A la mañana siguiente salimos a desayunar un bocadillo antes de continuar con la ruta. Una de las mejores influencias francesas en esta región es el pan, algo que no encontré en la zona este de África. Es muy fácil encontrar baguettes y es habitual ver paradas en la calle donde venden bocadillos para llevar. En una esquina cerca del hotel hay una de estas paradas. Una mujer voluminosa con un pañuelo de colores en la cabeza trabaja a toda velocidad para servir a una larga cola de clientes. Una pequeña carpa cuadrada delimita la parada. Tiene una mesa de escritorio bastante grande donde coloca diferentes cazuelas metálicas que mantienen la comida caliente. Hay pasta de judías, guisantes, fideos y estofado de carne. También tiene una huevera de cartón con muchos huevos, algunos ya cocidos. A su izquierda tiene dos sacos enormes llenos de barras de pan y a su derecha un pequeño fuego con una sartén para hacer tortillas. Hay opciones para todos los gustos. Nosotros pedimos bocadillo de tortilla, ya lo habíamos probado en Dakar y sabemos que no nos decepcionará. Aquí la tortilla la hacen con cebolla y con unos polvos de avecrem. Está buenísima. Al los tres lados de la mesa hay pequeños bancos donde esperan los clientes. Nuestro bocadillo tarda 4o minutos, pero se pasan volando mirando como trabaja la mujer.
Después del desayuno nos dirigimos al Parque Nacional de Djoudj. Este parque tiene varios lagos y es la primera parada de las aves que migran desde Europa después de cruzar todo el desierto del Sahara. Nos dicen que enero es el mejor mes para visitarlo ya que es cuando hay el mayor número de aves. Está situado al norte de Saint Louis, a unas 4 horas de carretera, muy cerca de la frontera con Mauritania. Al llegar, justo delante de la entrada del parque hay un lago con miles de pájaros. Están descansado sobre el agua pero cada dos por tres alguno empieza a volar y le siguen todos los demás progresivamente. Se desplazan unos metros y vuelven a pararse. Nos quedamos embobados observando las figuras que crean mientras danzan en el aire.
Plantamos las tiendas en un campamento que hay en la entrada. Comemos achicharrados y descansamos un rato a la sombra esperando a que pasen las horas de fuerte calor. Al atardecer entramos al parque y hacemos una ruta con el camión. Un guía nos acompaña y nos va explicando detalles del parque y de los pájaros. Paramos en un par de miradores desde donde se ven los lagos y los diferentes grupos de aves. Queremos ver flamencos pero hoy se han situado en la punta del lago opuesta a la del mirador y sólo conseguimos ver una mancha rosada sobre el agua a lo lejos. Por el camino también podemos ver algún warthog (Pumba en la película del Rey León).
Por la noche decidimos ir a darnos una vuelta por la pequeña aldea que hay al lado del campamento. Buscamos algún sitio donde hagan comida, ya que nos da pereza cocinar. Encontramos un jaima donde se ve luz y entre las telas vemos a una mujer cocinando. Le preguntamos si es un restaurante. Nos dice que eso es su casa pero que si queremos no cocina unas tortillas encantada. Nos sentamos en unos cómodos cojines mientras ella prepara los huevos y manda a un chico a buscar pan. Hay un televisor y unos 10 niños están hipnotizados mirando la pantalla. Otros tantos corretean por la sala. Mientras cenamos la mujer nos cuenta que se está construyendo una casa al lado y que esa jaima es solo provisional. Pero la construcción es lenta. Cada vez que consigue ahorrar un poquito compra algunos ladrillos y los va añadiendo. También nos cuenta que su marido está en Mauritania. Cada año pasa allí unos cuantos meses trabajando como pescador.
Por la mañana vamos a un embarcadero desde donde sale una piragua de madera que nos hará una ruta por el lago. Al lado del embarcadero podemos ver enormes grupos de pelícanos, vemos como se meten dentro del agua para pescar y como tragan el pescado a través de su enorme pico. Durante el viaje en barca vemos todo tipo de pájaros. Pero aves no es lo único que hay: también vemos un par de cocodrilos, algunos varanos (lagartos muy grandes) y ¡hasta una serpiente pitón! En una zona a la orilla del lago hay miles y miles de pelícanos pequeños. Tienen el pelo negro, ya que se vuelven blancos cuando son adultos. Aún no saben volar y vemos como grupos de pelicanos adultos se acercan para alimentarles. El espectáculo es impresionante.
Según el itinerario del viaje que estaba planeado inicialmente teníamos que entrar a Gambia entre el 19 y el 20 de enero. Pero el país estaba pasando por un momento político muy crítico. Gambia llevaba 22 años con el mismo presidente. Pero en diciembre hubo elecciones y ganó un presidente nuevo. El que había gobernado hasta al momento no estaba muy contento con los resultados y dijo que él no tenía ninguna intención de salir del poder. Esto cabreó bastante a los ciudadanos y también a muchos otros países de la región que mandaros sus ejércitos a Gambia para poner presión al presidente y obligarlo a salir a la fuerza si no lo hacía por su propio pie. La cuestión es que el nuevo presidente tenía que ser investido el 18 de enero, justamente cuando nosotros queríamos entrar. La situación era muy incierta y nadie sabía cómo podía acabar, todos temían que eso pudiera degenerar en una gran revolución. Muchos gambianos estaban huyendo a Senegal y todos los turistas salieron del país. Las fronteras estaban cerradas. Evidentemente no podíamos ir a Gambia.
En vista de la situación decidimos alargar nuestra ruta por Senegal unos días más para ver si finalmente el problema se resolvía pacíficamente. Como sólo somos cuatro tenemos bastante flexibilidad. Ya sabemos que viajar por África implica incertidumbre y requiere capacidad de adaptación. Tendríamos que acortar un poco en algún otro tramo más adelante pero a todos nos pareció la mejor solución. Así que empezamos una ruta de varios días por la zona más remota de Senegal, la zona nordeste, siguiendo el río que da nombre al país y que hace de frontera con Mauritania y Malí. Esto lo explicaré en la próxima entrada.
Podéis ver las fotos de Saint Louis aquí y las del Parque Nacional de Djoudj aquí.
Rosa dice
Veig que els plats de menjar son considerables! Jaja. Em fa gracia que a tot arreu d’Africa hi ha les parades de perruques….La foto dels nenufars es molt xula.
The Godfather dice
Salut Kris,
Je vous écris on français afin de que vous puissez pratiquer.
Les dernières nouvells disent que le president de La Gambie, finalement, a été exile, pressé per les menaces diplomatiques et militaires-