Ciudad del Cabo, en la punta suroeste de África, es la ciudad más moderna y cosmopolita del continente. Su entorno geográfico es espectacular. Sin duda, la Table Mountain es el icono de la ciudad, una enorme montaña completamente plana, que como su nombre indica parece una mesa. Se puede ver desde cualquier punto y a varios quilómetros de distancia. Al lado hay el Lion’s Head, otra montaña más pequeña, con un pico rocoso y redondo que puede parecer la cabeza de un león. Además, está rodeada de mar y a muy pocos quilómetros del Cabo de Buena Esperanza (Cape of Good Hope en inglés), el punto más al suroeste de África, montañoso y escarpado que hace que el paisaje alrededor de la ciudad se aún más especial e impresionante. Hace unos tres años tenía que ir a estudiar ahí un tiempo. Al final me salió otra oportunidad y descarté ir a Ciudad del Cabo. Pero había leído mucho sobre el sitio y sabía que me iba a gustar. Todos los viajeros que me he ido encontrando por el camino y habían pasado por allí me decían que era una ciudad genial. Tenía claro que mi viaje tenía que acabar allí. Aunque simbólicamente, porqué después aún tenía que llegar hasta Johannesburgo, desde donde tengo el vuelo de vuelta a casa, y aprovechar para visitar un poco la costa de Sudáfrica. Después de 7 meses de viaje, por fin llegaba a Ciudad del Cabo. Tenía muy buenas expectativas y sabía que no me iba a decepcionar.
Después de haber pasado dos días en el sur de Namibia, el domingo a medianoche cogimos un bus que nos llevaría hasta Ciudad del Cabo. Como ya comenté, viajábamos en la compañía Intercape, con un autobús muy moderno y cómodo, y aunque el trayecto duró unas 14 horas, se pasó bastante rápido. A media mañana el paisaje empezó a cambiar notoriamente, abandonábamos las tierras áridas y desérticas para pasar a zona verdes, con vegetación y ríos llenos de agua. Lo bueno de viajar por tierra en vez de en avión es que ves la transición de los paisajes. Al cabo de unas horas ya se observaba Table Mountain a lo lejos. Aunque no la hayas visto nunca sabes que es esa porque tiene una forma inconfundible. Llegamos al mediodía y nos instalamos en el Ashanti Lodge Backpackers Gardens. Un hostal muy chulo, situado en el barrio de Gardens, al pie de la montaña. Era una casa grande, con varias zonas de descanso, una piscina y una terraza con vistas directas a Table Mountain, muy agradable. Esa tarde estuvimos descansando y aprovechamos para ir al supermercado y comprar comida para los próximos días. Dimos un corto paseo por el centro, el Long Street, que es la principal calle de bares y restaurantes. En pocos minutos te das cuentas de que esa ciudad es diferente. Había mucho movimiento y buen ambiente. Mucho más agradable que la aburrida capital de Namibia, Windhoek, y mucho más moderna que cualquier ciudad del este de África que había visitado. Por primera vez en todo el viaje tenía la sensación de estar en un sitio que me recordaba a Barcelona.
El primer día lo dedicamos a pasear por la ciudad. Salimos del hostal y pasamos por un pequeño parque con jardines bien arreglados y una bonita fuente. Después nos dirigimos a Bo-kaap, un barrio caracterizado por sus casitas bajas y de colores pastel, que contrastan con los altos edificios del centro. Uno de esos sitios en los que no te importaría vivir. Continuamos hasta el barrio de Waterfront, en el puerto. Es una zona muy turística, con muchas tiendas, restaurantes con terrazas y mucha gente ofreciendo vueltas en barco. Estuvimos un buen rato paseando por la zona. Además, por casualidad, esos días estaban los barcos de la Volvo Ocean Race amarrados en el puerto de Ciudad del Cabo. Es una de las regatas más duras que dan la vuelta al mundo. Habían salido a principios de octubre desde España (Alicante) y ahora estaban unos días parados en Sudáfrica antes de empezar la segunda etapa que les llevaría hasta Abu Dhabi. Judith es una apasionada de la vela, así que estaba bien informada sobre la regata. Tuvimos la suerte de coincidir con ellos. Alrededor del muelle había varios estantes con información de la regata en general y de cada uno de los siete equipos. Al mediodía nos permitimos un pequeño lujo y comimos en una de las terrazas del puerto con buenas vistas. Toda la zona es muy agradable y la imagen de los barcos con la Table Mountain detrás es genial. Aquel día el cielo estaba despejado, pero de vez en cuando algunas nubes se acumulaban encima de la montaña y se movían de formas muy curiosas. Te podías pasar un buen rato observándolo. Parece que sean cascadas de agua. Por la tarde seguimos dando vueltas por las tiendas y volvimos tranquilamente hasta el hostal. Estábamos destrozadas. Hacer turismo por la ciudad es agotador.
El siguiente día por la mañana fuimos a visitar la Robben Island, una pequeña isla a 12 quilómetros de la costa. Este lugar se ha utilizado durante siglos para aislar a cierto tipo de personas. Durante algunos años llevaban a los leprosos, pero más tarde también a prisioneros. Es especialmente famosa porqué es donde estuvieron encarcelados varios presos políticos durante el régimen del Apartheid. El Apartheid es el sistema de segregación racial que hubo en Sudáfrica durante casi 50 años, que daba todo el poder a los blancos y quitaba cualquier tipo de privilegio a los de otras razas. Actualmente la prisión ya no está en funcionamiento y han convertido la isla en una especie de museo para que los turistas vayan a visitarla y pueden conocer de cerca su historia. El tour está muy bien organizado. Primero un barco antiguo, el mismo en el que viajaban los prisioneros hace unos años, nos llevó hasta la isla. Sólo el viaje en barco ya merece la pena. Ver la ciudad desde del mar es precioso. Una vez en la isla, nos subieron en un autobús con un guía muy simpático y que explicaba muy bien. Nos dieron una vuelta por la isla parando en los sitios más representativos. Pudimos ver la zona de la cantera donde trabajaban los presos, el pueblo donde vivían los trabajadores de la prisión, varios edificios de la cárcel, etc. Al final el autobús nos dejó en el edifico donde habían estado encarcelados los presos políticos. Desde ese punto un nuevo guía nos enseñó las distintas celdas y zonas del edificio. Lo más impactante de todo es que el guía es un ex prisionero político. Nos estuvo explicando su historia y algunos de los momentos que vivió allí. Comentaba como había entrado por esa misma puerta, hace no muchos años. Toda la historia ya es impactante por si sola pero el hecho de que te lo explique él mismo hace poner los pelos de punta. Sobre todo teniendo en cuento que esto pasó hace dos días (20 años). Primero nos enseñó la sección donde había celdas individuales y pudimos ver el pequeño espacio donde Nelson Mandela estuvo encarcelado durante 18 años. Después nos enseñó la sección donde había estado él. Allí dormían todos los presos en una misma habitación con literas. Nos gustó mucho el tour, muy bien montado y con buenas explicaciones. Una visita que ayuda a entender la historia del país. Al volver de la isla nos quedamos por la zona del puerto otra vez. El día anterior habíamos visto un local donde había varias tiendecitas que vendían comida de todo tipo para llevar. Nos gustó mucho así que pasamos a comprar algo. Mientras comíamos nos sentamos otra vez en la zona del puerto. Ese día los barcos de la Volvo Ocean Race empezaban la segunda etapa y pudimos ver la salida del puerto.
Por la tarde queríamos ir a ver el atardecer desde la cima del Lion’s Head. Cogimos un taxi que no dejó al inicio del camino. En el hostal nos habían dicho que era un paseo de una hora. Pero había sido una descripción poco exacta. La primera media hora podía considerarse un paseo, pero el último trozo hasta llegar a la cima estuvimos casi escalando por las rocas. Estaba bien preparado, habían puesto escaleras en las zonas más complicadas. Durante la subida las vistas son impresionantes. El camino voltea la montaña completamente así que tienes una panorámica de 360 grados. Mires donde mires es espectacular. Una vez en la cima es aún más alucinante. Por un lado tienes el mar, al otro la ciudad, y al otro la Table Mountain, casi al lado, cubierta con esas nubes que parecen bolas de algodón. Además, desde allí, se veía perfectamente la regata, los barcos habían salido hacía poco, qué mejor sitio para ver la competición. Cuando el sol empezaba a bajar el espectáculo de luces era sensacional. El sol se ponía por detrás del mar, dejando el cielo de color rojo y naranja. Al otro lado la ciudad cogía tonos rosas. Cuando la luz del sol iba desapareciendo se iban encendiendo poco a poco las luces de la ciudad. Empezamos a bajar y los últimos 20 minutos estuvimos caminando bajo la luz de la luna. Una experiencia brutal. Nos encantó.
Una de las actividades más turísticas en Ciudad del Cabo es subir a Table Mountain. Hay varias rutas para subir a pie y también un teleférico para los más perezosos. Nuestra idea era subir caminando y bajar en el teleférico. Pero esa mañana la montaña estaba completamente nublada. No tenía sentido subir, ya que desde arriba no se vería absolutamente nada. Además, el teleférico estaba cerrado porqué hacía mucho viento. Así que cambiamos de plan y decidimos ir a visitar los townships, que son los suburbios donde vivían los negros durante el régimen del Apartheid. Actualmente siguen siendo barrios donde viven solamente negros, y aunque algunas zonas han progresado bastante y se han modernizado, siguen siendo muy pobres. Optamos por hacer La Gugu tour, organizado por la empresa City Sightseeing, parecía completo y estaba muy bien de precio. Éramos las únicas, así que tuvimos el guía para nosotras solas. Nos llevaron en una minivan hasta el barrio de Langa, uno de los townships más antiguos. Primero visitamos la Langa Dom Pass Office. El Dom Pass era una especie de pasaporte que todos los negros estaban obligados a llevar. Tenían unas ciertas zonas asignadas y tenían que quedarse en ellas. Cada vez que querían salir de allí, especialmente para acceder a las zonas de los blancos, tenían que pedir permiso. Estaban obligados a llevar este documento siempre con ellos y a registrar todos sus movimientos en la oficina. Sino llevaban el documento eran arrestados. Ahora la oficina es un pequeño museo, donde se pueden ver algunos de estos documentos antiguos y un guía te explica cómo funcionaba el sistema. Es impactante y muy indignante ver hasta qué punto tenían a la población negra controlada y reprimida. También pudimos ver algunos de los hostales donde se alojaban los hombres que venían de las zonas rurales para trabajar en la ciudad, en unas condiciones muy precarias. Pudimos entrar en una de las casas donde ahora vivía una familia y verla por dentro. Era todo muy pequeño. Cada habitación de la casa estaba aprovechada al máximo, con varias camas, comedor y cocina, todo junto. También vimos un sitio donde había mujeres cocinando cabezas de cordero…curioso, se ve que es típico. En la última parte de la visita nos llevaron a otro township, conocido como Guguletho, y allí pudimos comer en Mzoli’s Place. Es un restaurante muy popular en el barrio, donde van tanto locales como extranjeros. Es una especie de carnicería, donde puedes escoger lo trozos de carne que quieres y te los cocinan a la brasa. Buenísimo y baratísimo, muy recomendable. Nos pusimos las botas.
Este tipo de visitas a los barrios pobres suelen generar polémicas entre los turistas. Hay gente a la que no le gusta la idea de ir a pasearse por allí sólo para ver a la gente pobre. Es un tema que he hablado con varios viajeros. Desde mi punto de vista creo que es importante ir a visitar estos barrios, ya que forman parte de la ciudad. Es más, normalmente es donde vive la mayoría de la población. No se trata de ir a ver la pobreza sino de conocer la realidad del sitio y toda la historia que hay detrás. No ir a visitarlo es como ignorarlo. Al menos así tienen más visibilidad. Ver solo la parte moderna de estas ciudades es quedarse con una imagen muy pequeña. Obviamente para mí lo mejor sería poder visitar estas zonas con alguien local, como una visita informal, para poder conocer el barrio, hablar con la gente etc. Un tour turístico probablemente no sea lo más adecuado, pero muy a menudo es la única opción para que la gente que está de paso, como la mayoría de viajeros, lo pueda ver.
Para nuestro último día en Ciudad del Cabo, decidimos alquilar un coche. De hecho, alquilamos un coche durante una semana para hacer ruta por los alrededores. El primer día el plan era ir hasta el Cabo de Buena Esperanza. Por la mañana fuimos a la oficina de Rent a Cheapie, y cogimos nuestro coche, muy pequeño, y casi de juguete, pero que nos llevaría a todos lados. Iniciamos nuestra ruta haciendo una parada en la playa de Muizenberg, en el sur de la ciudad, muy popular entre los surfistas. Lo primero que sorprende al llegar a la playa es una bandera con un tiburón dibujado. Sí, hay tiburones blancos por aquí. Hay varios carteles que indican cómo es el sistema de aviso si hay tiburones y la bandera es de diferentes colores en función del nivel de peligro. Nosotras preferimos mirarlo desde la arena. Después seguimos nuestra ruta, recorriendo el cabo por la zona este. La segunda parada fue en la playa de The Boulders, donde hay una colonia permanente de pingüinos. Curiosamente en África también hay pingüinos. Estuvimos un rato mirándoles y sacándoles fotos. Son bonitos pero un poco aburridos, la mayoría estaban quietos tomando el sol, y otros pocos nadaban. Al llegar al final del cabo, la vegetación se reduce y solo hay hierba y arbustos bajos. Ya no hay edificaciones, y el terreno es montañoso. En realidad, el cabo se divide en dos cabos. Al este el Cape Point y al oeste Cape of Good Hope. Fuimos primero a visitar el Cape Point. Hay una zona para aparcar los coches y se sube caminando hasta el antiguo faro. Las vistas son espectaculares, se pueden observar los acantilados y las olas rompiendo desde diferentes miradores. Comimos nuestro picnic en uno de los miradores y después caminamos una media hora hasta el nuevo faro, situado un poco más abajo, en el acantilado. Cuando bajamos ya quedaba poca gente en el parking y tuvimos la visita de unos cuantos baboons, que correteaban por allí en busca de restos de comida. Los pocos turistas que quedábamos estuvimos sacando algunas fotos divertidas con los monos. Después fuimos con el coche hasta el Cape of Good Hope. Allí las vistas también eran geniales. Pero ya era tarde y no pudimos estar mucho tiempo. Cuando volvíamos del cabo nos encontramos un par de avestruces que comían al lado de la carretera y nos cruzaron por delante. Siempre hay algún animal salvaje que te recuerda que sigues en África. Para volver a Ciudad del Cabo, subimos por la carretera que recorre el lado oeste del cabo. Pudimos ver algunas playas y una bonita puesta de sol. El último tramo lo hicimos por la Chapman’s Peak Drive, una carretera escénica que va por la ladera de la montaña.
A partir del día siguiente empezamos una pequeña ruta por la región del Cabo Occidental (Western Cape, en inglés). Pero esto os lo cuento en la próxima entrada. El último día volvimos a la ciudad, ya que teníamos que devolver el coche y Judith tenía que coger el vuelo de vuelta a casa. Teníamos la ilusión de poder subir a la Table Mountain, pero también estaba nublado. Así que nos quedó pendiente, una buena excusa para volver. Decidimos ir a visitar los jardines botánicos (Kirsten Bosch National Botanical Gardens) y comer nuestro último picnic allí. Los jardines eran muy bonitos y estaba muy bien cuidado. Además, también había muy buenas vistas de la montaña.
Podéis ver las fotos de estos días en el siguiente link:
Rosa dice
Quins colors a les postes de sol!!!!!
Jo tambe crec que aquests llocs marginals de les ciutats s’han de visitar per veure la realitat dels llocs i no nomes la cara maca i agradable de les coutats. Al problema es que has de ser consient del que vas a visitar i fer-ho amb humilitat i pendre consiencia del problema, no visitar-ho com una atraccio….
Unes vistas genials, lnescalada autentica!!!! Jaja
Petons
Chalo84 dice
Ahora mismo me tienes babeando con este post y me voy a ver los siguientes de sudafrica. Aixxxx
Kris Xerca dice
Me alegro de que te haya gustado y que te inspire a leer más y, a poder ser, a conocerlo en primera persona también 😉
Sara Cristina dice
Una Barcelona en África, jamás lo hubiese imaginado…
Kris Xerca dice
Pues si! Almenos tiene un aire a Barcelona…o eso es lo que a mi me pareció después de tantos meses!
Anibal Trejo dice
¡Ala que guapa la foto de apertura! Vaya suerte con el teleférico y la nube! que fotos hubieran quedado desde allí arriba… bueno… la próxima vez… ¿no? 🙂
Kris Xerca dice
Gracias Anibal! me alegro de que te guste la foto! Pues si una pena lo de Table Mountain aunque las vistas de desde Lion Head fueron tambíen impresionantes!
Ruben Alonso dice
Por lo que veo Ciudad del Cabo es una ciudad mucho mar visitada y turística de lo que pensaba. Sabía lo de Robben Island y la celda de Mandela, pero lo demás es un descubrimiento.
Kris Xerca dice
Si! es la ciudad más moderna de África y es un sitio espectacular con miles de cosas que hacer y visitar! No decepciona!