El monte Kilimanjaro se encuentra en el nordeste de Tanzania, muy cerca de la frontera con Kenia. Es la montaña más alta del continente africano y la montaña aislada, es decir, que no forma parte de una cordillera, más alta del mundo. La montaña está formada por tres volcanes. Kibo es el central y el más alto de los tres. El punto más elevado de Kibo es Uhuru peak, que significa “Pico de la libertad” y está a 5895 metros sobre el nivel del mar. Al este está el segundo volcán, Mawenzi, con 5148 metros de altitud, y al oeste está Shira, con 3962 metros. La ascensión al monte es relativamente “fácil” ya que no se necesita material técnico, no hay que caminar por nieve ni escalar. Es decir, cualquier persona en buen estado físico puede subir. Esto hace que cada año miles de personas lo intenten. Aunque el camino en sí no presente dificultades, la altitud de la montaña hace que la ascensión se complique por la falta de oxígeno y si no se siguen unas pautas de aclimatación para que el cuerpo se adapte, puede resultar muy peligroso. Según las estadísticas menos de la mitad de la gente que intenta subir consigue llegar a la cima y cada año mueren algunas personas, normalmente por culpa de no tomar las precauciones necesarias. Sube todo tipo de gente, desde alpinistas profesionales a gente que no tienen ninguna experiencia en la montaña.
Hay varias rutas para llegar a la cima, de diferentes distancias y dificultades. La más antigua es la ruta Marangu, también conocida como “Coca-Cola route” por su gran popularidad. Esta ruta es la que sube más directamente y la que requiere menos días. Empieza desde el pueblo de Marangu y se acerca a la cima por la zona sureste. Además es la que tiene más comodidades, ya que hay varios campamentos permanentes a lo largo del camino con camas y comedores para pasar la noche. Es una característica muy poco común de una ascensión a una montaña de esta altitud. Desde hace unos años hay una segunda ruta que ha ganado mucha popularidad, la ruta Machame, también conocida como “Wiskhy route”, y que actualmente es la preferida de muchos visitantes. Esta ruta es un poco más larga, según dicen tiene mejores vista, y no tiene refugios. Los escaladores tienen que dormir en tiendas. La ruta Machame asciende por la zona suroeste. Además, hay algunas rutas más que están mucho menos masificadas. Algunas de éstas se solapan en algunos tramos con las anteriores.
Cuando estaba preparando mi viaje a África, mientras buscaba información de los varios países donde quería ir, empecé a leer sobre el Kilimanjaro. Al principio ni me lo planteé ya que como no tenía ninguna experiencia en montaña pensé que no era viable intentarlo. Pero después, al ir viendo más cosas y leer blogs de viajeros que lo habían subido sin experiencia previa y sin ninguna preparación específica, pensé que podía intentarlo. No tenía ni idea de si podría llegar, pero quería probarlo. Pensé que sería un interesante reto personal y una buena experiencia. Pues como soy bastante cabezota, y cuando se me mete algo entre ceja y ceja lo acabo haciendo, mi objetivo en Tanzania, después de las dos semanas en el poblado Masai, era subir al Kilimanjaro.
Como suele pasar en África, esto también es una actividad exageradamente cara. Hay que pagar varios permisos de entrada al parque y además todo el mundo está obligado a tener un guía, un cocinero y un mínimo de dos porteadores. Hay centenares de empresas que organizan el trekking y el rango de precios es muy grande. El mínimo precio para subir son 1000 dólares, con una empresa local, por la ruta Marangu, en cinco días. A partir de aquí hay algunas empresas que ofrecen la misma actividad por más de 2000 dólares. La ruta Marangu es la más barata ya que no requiere cargar con el material de acampada. En las otras rutas cada senderista necesita más porteadores para las tiendas y eso encarece la actividad. Bueno, yo como no tenía ninguna experiencia y tampoco sabía cómo iba a reaccionar mi cuerpo a la altitud y a tantas horas caminando decidí ir por la ruta Marangu, ya que aparte de ser la más barata, es la que requiere caminar menos horas y la que presenta más comodidades. El mínimo de días son cinco, pero recomiendan hacerlo en seis, y hacer un día de descanso en medio de la ascensión para favorecer la aclimatación. Después de buscar bastante información contraté la actividad con TransKibo. Pagué 1200 dólares, ya que escogí hacerlo en 6 días en vez de 5. Además me dejaron toda la ropa de invierno que necesitaba sin pagar nada extra. Una de las complicaciones que presenta el trekking, aparte de la altitud en sí, es el cambio de desnivel. Se empieza a los 1879 y se llega a los 5895, es decir más de 4000 metros de desnivel en cuatro tramos de 1000 aproximadamente. Se pasa de una temperatura tropical a la base de la montaña a temperaturas que pueden llegar a más de 20 grados bajo cero en la cima. Como podéis imaginar, yo no llevo la ropa necesaria para estas temperaturas así que tuve que coger varias cosas de la empresa. Como todo el mundo me dijo que el último día haría muchísimo frío cogí todo lo que pude. Acabaría con un look bastante curioso, pero lo importante era no pasar frío.
Los dos días antes de empezar el trekking me alojé en un hostal de Moshi, la ciudad más cercana al Kilimanjaro. Es el YMCA, una especie de residencia para estudiantes, bastante grande, con piscina y muy buena conexión a internet. Además la empresa con la que contraté el trekking tiene sus oficinas allí así que fue muy cómodo para organizarlo todo. Dejé la mayoría de mis cosas en la oficina y llené mi mochila grande con todo lo que necesitaba para el Kilimanjaro. Mi mochila grande la llevaría un porteador. Yo llevaría la mochila pequeña con sólo las cosas que necesitaría durante el día.
Día 1
A las nueve y media de la mañana vino el que sería mi guía durante la ascensión, Tumai, a buscarme en el hostal. Con la parsimonia que caracteriza a los africanos, pasamos por su casa para que se preparara su mochila y después hicimos una media hora de carretera hasta llegar a la Marangu Gate, donde empieza el recorrido y donde están las oficinas centrales del parque. Allí esperé un par de horas mientras Tumai y los otros del equipo organizaban las cosas y hacían los trámites necesarios. Aparte de Tumai vendría Emmnuel, que era el cocinero, un porteador que llevaría mi mochila y otro que cargaba el material para cocinar y la comida. El número de porteadores que venían en realidad fue una cosa confusa durante toda la excursión, y al final parece ser que venían tres en total. Pero bueno, esto no me afectaba para nada hasta el último día que tenía que pagar las propinas. A las 12.30 cruzamos la puerta de inicio, a 1879 metros de altitud. Estuvimos caminando unas tres horas por una zona selvática con densa vegetación y algunos animales. Pudimos ver algunos monos y ardillas saltando por los árboles. El camino tenía poca pendiente y se hacía fácilmente. En este tramo los porteadores van por un camino alternativo, por lo que no nos cruzamos con demasiada gente. Paramos a la mitad en una zona con mesas para comer.
Llegamos al primer campamento, Mandara Hut, a 2720 metros de altitud, sobre las 15.30. La verdad es que el camino se me pasó muy rápido y no estaba muy cansada. El campamento consiste en varias cabañas triangulares con cuatro camas cada una. Además también hay una cabaña más grande que es el comedor. En el comedor hay dos mesas largas y allí cada grupo tiene un pequeño trozo asignado. Los trabajadores de cada grupo se encargan de poner la mesa y preparar la comida. Al llegar te preparan un té con algo de comida, normalmente palomitas o galletas. Después de la merienda fuimos a subir un pequeño monte, el monte Creta, cerca del campamento. Para ayudar al cuerpo a aclimatarse es bueno que durante el día hayas estado a una altitud superior a la que vas a dormir. Este era el objetivo principal de esta pequeña excursión. Desde allí había buenas vistas y fue el primer momento del día que tuve consciencia de lo que habíamos subido, ya que durante el día, al caminar por la selva, no se veía nada y no tenías puntos de referencia.
La cena es sobre las 6 de la tarde y normalmente consiste en una sopa caliente y un segundo plato de pasta o arroz acompañado con verduras. La verdad es que la comida es bastante buena. Ese día en el campamento había un par de grupos de suiza de unas 8 personas cada uno, y también un grupo de taiwaneses. Estuve hablando con Andy, uno de los guías suizos, que era la octava vez que venía al Kilimanjaro guiando a gente. Me estuvo contando algunas de sus experiencias. Hablar con él me dio seguridad, ya que iban muy bien preparados con todo tipo de material, así que sabía que si tenía algún problema podría contar con ellos. Como en el campamento no había nada que hacer y además hacía bastante frío me fui a dormir muy temprano. Esa noche me tocó compartir habitación con un hombre taiwanés. Hacía unos rituales bastante peculiares antes de meterse en la cama. No os imagináis la de veces que entró y salió del saco. Yo me reía por dentro mirándole de reojo desde mi saco.
Día 2
Después de haber dormido más de diez horas, me levanté completamente recuperada y con fuerzas para empezar el segundo tramo. Este día el camino sería más largo y más difícil ya que cada vez iríamos ganando más altitud. Cada día por la mañana te traen un pequeño cubo de agua caliente en la habitación para lavarte. Después te esperan en el comedor con un té caliente y un buen desayuno, con tostadas, tortilla y crepes. Esa mañana había muchísima niebla y estaba lloviendo un poco. Así que nos preparamos con la ropa impermeable y empezamos a caminar sobre las 8.30 de la mañana. En este tramo el paisaje cambiaba completamente. Ya no había selva y la vegetación era mucho menos densa y baja. El camino tampoco tenía mucha pendiente así que se hacía tranquilamente, aunque esta vez estuvimos caminando un poco más de 5 horas y al final se hizo un poco largo. Íbamos caminando tranquilamente, sin prisa, pero sin pausa. Una de las recomendaciones que dan los expertos es que lo mejor es subir lentamente. Como más lento subas mejor te aclimatarás. Además, aunque a veces no se nota a estas alturas, la falta de oxígeno hace que te canses más y acelerar demasiado el paso puede pasar factura más adelante. Otra de las recomendaciones para aclimatar mejor es beber mucha agua. Así que seguí las indicaciones al pie de la letra y cada 20 o 30 minutos iba bebiendo. Bebía unos tres litros de agua al día, más los tés y las sopas, la cantidad de líquido que ingería era muy elevada, y consecuentemente me pasaba el día meando. Pero al parecer eso es bueno para aclimatar. Así que aparte de la parada a mitad de camino para comer, sólo parábamos para beber y mear.
A partir de este tramo del camino, los porteadores caminan por el mismo sitio que los senderistas. Durante todo el trayecto se pueden ver a muchos porteadores cargando con todo tipo de bolsas en la cabeza y mochilas bastante grandes. Todos van vestidos de forma peculiar. Algunos con manga corta y gorro de montaña. Pantalón corto y polainas. En fin, no se acaban de aclarar con el tipo de ropa que llevar y muchos van combinados con cosas viejas y hechas polvo con cosas modernas que han ido obteniendo de anteriores senderistas. Algunos llevan zapatos buenos y otros no tanto. Algunos llevan guantes y otros no. Cada uno lleva lo que puede. La verdad es que suben mucho más rápido que los senderistas.
Llegamos al segundo campamento, Horombo Hut, a 3720 metros de altitud, sobre las dos del mediodía. Este campamento era muy parecido al primero, aunque bastante más grande. Aquí también duerme la gente que baja de la cima, así que se acumulan muchas más personas. Además, hay otras rutas que también pasan la noche en este punto, así que aparte de las cabañas triangularas también había bastante gente durmiendo en tiendas. Entre los porteadores, los guías y los excursionistas había mucha gente, parecía una pequeña ciudad en medio de la montaña. Pero había muy buen ambiente. Esa noche me tocó compartir la habitación con dos chicas irlandesas que venían de la cima. Tenían más o menos la misma edad que yo y tampoco tenían experiencia en montaña. Se las veía muy cansadas pero estaban bien. Me estuvieron contando su experiencia y me animaron bastante. Por la noche, durante la cena también conocí a un chico alemán que había subido a la cima con su padre. Me estuvieron enseñando las fotos y eran increíbles. Eso también me animó, ya tenía ganas de que llegara el día de la cima.
Día 3
Este era el día de aclimatación. Nos quedaríamos esa noche en el mismo campamento para no subir de altitud y darle más tiempo al cuerpo para acostumbrase a la falta de oxígeno. En este punto algunas personas ya empezaban a notar leves síntomas de mal de altura, con dolor de cabeza y el estómago removido. Tener algunos de estos síntomas si no son muy fuertes entra dentro de lo normal. Yo por suerte me encontraba muy bien. Aunque sí que notaba que costaba más respirar. Sobre todo se notaba al hacer pequeños esfuerzos. Si estaba un par de minutos preparando la mochila, o iba la baño etc. me daba cuenta que estaba respirando súper rápido, como si hubiera ido corriendo. Pequeños movimientos que a baja altitud no cuestan nada aquí suponían un esfuerzo para el cuerpo.
Por la mañana el cielo estaba despejado y fue la primera vez que pude ver el volcán de Kibo. Después de hablar con la gente que ya había subido y teniendo la montaña delante sólo tenía ganas de que llegara el día siguiente para empezar a subir. Ese día hicimos una excursión de unas 3 horas para subir hasta los 4000 metros y ayudar a aclimatar. Llegamos a una zona conocida como Zebra Rocks, ya que hay unas rocas con rallas blancas y negras muy bonitas. Desde allí, cuando la niebla lo permitía, teníamos unas vistas espectaculares del volcán Mawenzi. Aunque es más bajo que Kibo es más espectacular ya que su pico es más escarpado. Además desde allí también se veía el camino que haríamos al día siguiente y, a lo lejos, el campamento donde teníamos que llegar y desde donde empezaríamos el ascenso a la cima. El cielo despejado duró poco tiempo y enseguida vino la niebla. El tiempo y la temperatura cambiaban constantemente. Esa tarde fue bastante aburrida ya que no tenía nada que hacer, y con la niebla y el frío no apetecía salir de la habitación. Me pase toda la tarde dentro del saco.
Por la noche, durante la cena conocí a cinco españoles de Gran Canaria, que serían mis compañeros de trekking durante los dos siguientes días. Uno de ellos, Enhamed, es ciego, deportista de élite. Con nueve medallas en las olimpíadas paralímpicas, es considerado uno de los mejores nadadores del mundo. Después de las olimpíadas de Londres dejó la natación profesional y se centró en conseguir algunos retos deportivos. Después de conseguir completar un Ironman, su siguiente reto era llegar a la cima del Kilimanjaro. El guía de la expedición era Javi, un alpinista que ha subido al Everest y tiene una larga experiencia en montaña. Además, también venía Alfredo, el hermano de Javi, con también experiencia en montaña. Alberto, periodista del periódico de Canarias iba haciendo un seguimiento de la aventura con reportajes diarios en el periódico y Pedro, viajero y periodista que ha realizado varios documentales de viajes, iba filmando la expedición para producir un documental. Enhamed es conocido por ser un ejemplo de superación personal y ser capaz de suplir las limitaciones que supone la ceguera para conseguir todos los retos que se propone. Me pareció que estaban haciendo un proyecto muy bonito, un buen trabajo en equipo, donde cada uno aportaba alguna cosa. Además había muy buen rollo entre ellos y eran muy divertidos. Tuve suerte de conocerles y poder seguir hacia la cima con ellos. La semana antes de empezar el Kilimanjaro habían subido al monte Meru, la segunda montaña más alta de Tanzania con 4566 metros de altitud. Eso les había servido tanto para aclimatarse como para aprender a sincronizarse entre ellos para guiar a Enhamed en la montaña.
Día 4
Ese día estuvimos caminando unas 5 horas hasta llegar al último campamento de la ruta, Kibo Hut, a 4720 metros de altitud. El cielo estuvo despejado durante todo el camino y podíamos ver cómo nos íbamos acercando al volcán de Kibo. Desde allí se distinguía perfectamente el rocoso cono de la montaña. Cuando llevábamos unas tres horas caminando, el paisaje cambio de repente y la poca vegetación que quedaba desapareció por completo. Era un camino desértico que transcurría entre Kibo y Mawenzi, con unas vistas impresionantes. Cada vez se notaban más los efectos de la altitud al caminar y los últimos tramos los hicimos muy lentamente.
Durante el trayecto pude ver como la expedición de los canarios se organizaba para guiar a Enhamed. Tenían una barra metálica de tres metros. Al inicio de la barra iba el guía que iba “cantando” todos los obstáculos del camino: piedras, zanja, paso estrecho, escalón, etc. Enahmed cogía la barra en la parte central y en la parte trasera iba un segundo guía que le indicaba a Enahmed el momento preciso cuando había el obstáculo que había indicado el primer guía. Era increíble ver cómo se coordinaban y la compenetración que había entre ellos. Javi, Alfredo y Alberto se iban turnando las diferentes posiciones para no agotarse demasiado. Ir fijándose con todo lo que hay en el camino y además estar hablando todo el rato cansa tanto físicamente como psicológicamente.
El campamento de Kibo está situado justo a la base del cono de la montaña. Este campamento es diferente que los demás ya que no hay cabañas triangulares sino un par de pequeños edificios con varios dormitorios con literas. En cada dormitorio cabían unas 10 o 12 personas. Tampoco había comedor, sino una mesa dentro del dormitorio. Yo compartía dormitorio con los canarios, dos finlandeses con los que había ido coincidiendo todo el camino y un holandés. En el dormitorio había muy buen ambiente y aunque todos estábamos bastante nerviosos estuvimos bromeando y riéndonos. Cenamos a las 5 de la tarde y nos pusimos a dormir. Teníamos pocas horas para descansar ya que a media noche empezaba la ascensión a la cima.
Día 5
Nos levantamos a las 11.30h de la noche. Todo el mundo se movía por el dormitorio preparando las cosas para empezar a caminar. Intentamos comer algo, aunque debido a la altura y los nervios, casi no pudimos comer nada. Uno de los finlandeses estaba con fuerte mal de altura y decidió no venir. A las 12.30 empezamos a caminar. Hacía mucho frío, aunque por suerte no hacía viento. Todos íbamos muy abrigados y con un linterna frontal. Había grupos de gente que habían salido antes que nosotros, así que a lo lejos se veían algunas hileras de luces que iban subiendo. No se veía absolutamente nada, solamente lo que iluminaban las linternas. El cielo estaba despejado y se veían muchas estrellas y a lo lejos las luces de las ciudades. Íbamos caminando muy lentamente pero a un ritmo más o menos constante. Era una pared bastante vertical que subíamos siguiendo un camino en forma de de zig-zag. El suelo era de arena fina y pequeñas rocas sueltas, lo que hacía que fuese bastante incomodo caminar. Cuando llevábamos una hora más o menos el agua de las botellas empezaba a congelarse. Por suerte ese día el guía cargaba con mi mochila así que iba más ligera que los días anteriores. Durante las primeras horas de la ascensión me sentía muy mareada, con náuseas y ganas de vomitar todo el rato. No estaba cansada y tenía energía para continuar pero ese mal estar era muy incómodo. No era la única que estaba mareada, otros se sentían igual. Por el camino se veían algunos vómitos de la gente. Es un síntoma muy común de la altitud. Nos encontramos un par de grupos que decidieron bajar porque no se encontraban bien. Cada cierto rato parábamos y descansábamos unos minutos para tomar té. Llevábamos té dentro de los termos y se mantenía muy caliente.
Cuando llevábamos unas cuatro horas llegamos a un punto crítico. Habíamos caminado mucho, pero parecía que no llegábamos a ningún punto. Si mirabas hacía abajo se veían varios grupos de linternas moviéndose. Si mirabas hacia arriba se veían otros grupos de linternas moviéndose. Al ser de noche no tienes ninguna referencia de donde estas. No sabíamos a qué altura estábamos, cuánto habíamos avanzado ni cuánto nos quedaba. Mi guía me decía “it is not far” lo cual era un poco desesperante porqué nunca sabes qué quiere decir. Nuestro primer objetivo era llegar al punto de Gilman, situado en la cresta del volcán. Una vez allí tendríamos que caminar por la cresta hasta llegar a la cima. Nuestra única referencia eran las luces de las linternas de los grupos que iban por delante. Algunas estaban muy arriba. Mientras siguiéramos viendo esas linternas que subían significaba que aún no habían llegado a la cresta. Las linternas seguían subiendo. Mirabas arriba y siempre estaban a la misma distancia. Parecía imposible alcanzarlas. Hicimos alguna parada más para intentar animarnos entre todos y coger energía, pero no podíamos estar más de cinco minutos parados porqué nos congelábamos. A esa altitud la temperatura era de diez grados bajo cero. Yo tenía mucho frio en los pies. Ahí no había nadie que estuviera cómodo del todo. Cada uno iba sufriendo en silencio, pero lo único que podías hacer era seguir subiendo.
Sobre las cinco y media de la mañana la sensación mejoró. El mareo se me había pasado. Las luces que llevábamos horas siguiendo ya no se veían. Eso significaba que ellos ya habían llegado al punto de Gilman y que a nosotros no nos podía faltar mucho. A esa hora empezaba a verse una línea roja en el cielo. Tenía muchas ganas de que saliera el sol y poder ver dónde estábamos. Finalmente y cómo si todo estuviera sincronizado, mientras iba amaneciendo estábamos subiendo las últimas rocas antes de llegar arriba. Me gire y vi el cráter del volcán, con clapas de nieve. Parecía imposible pero finalmente habíamos llegado. Volví a girarme y vi todo lo que habíamos subido. Era impresionante. Se veía el campamento a lo lejos. Estaba amaneciendo y el cielo tenía un color precioso. Estábamos literalmente muy por encima de las nueves. La imagen era espectacular y en ese momento sabías que el esfuerzo había merecido la pena.
Habíamos llegado a la cresta del volcán pero nos quedaban unas dos horas para llegar hasta el pico. Este trozo tenía mucha menos pendiente y mejores vistas ya que había salido el sol. Pero estábamos muy cansados y costaba mucho respirar. Desde el punto de Gilman se veía el cartel de la cima a lo lejos. Estaba muy cerca, pero muy lejos a la vez. Seguimos caminando. Había mucha gente. A lo largo de la cresta se va juntando la gente que viene de otras rutas y cada vez hay más personas. Todos estábamos muy cansados. La gente caminaba muy lentamente. Cuando llevaba una media hora caminando me sentía extremadamente cansada. Era como si toda mi energía se hubiera acabado de golpe. Me senté y mi guía me dio té y unas galletas. Intentaba comer pero no tenía fuerzas ni para masticar. La gente pasaba por delante haciendo verdaderos esfuerzos para avanzar. Pasó Andy, el guía suizo, e intentó animarme para que continuara. No sabía cómo lo haría pero tenía que llegar. Al cabo de unos minutos volví a levantarme y seguí caminando. Pasito a pasito conseguí llegar a la cima. Allí todos nos abrazamos emocionados. Lo habíamos conseguido. Al llegar a la cima tenía la sensación de que mi energía había vuelto de golpe. Todos estábamos contentos, sacando fotos, abrazándonos etc. Las vistas eran geniales. Se veía el pico del Mawenzi, los diferentes glaciares, y el pico del monte Meru rodeado de nubes a lo lejos.
Estuvimos una media hora disfrutando de las vista y descansando y después empezamos el descenso. Esto fue mucho más rápido. En dos horas y media bajamos hasta el campamento de Kibo. En menos de la mitad del tiempo del que habíamos necesitado para subir. Pero ya llevábamos mucho cansancio acumulado. Y allí no acababa todo. En el campamento de Kibo comimos y descansamos una hora más o menos. Después teníamos dos horas y media más hasta el campamento de Horombo, donde pasaríamos la noche. Llegamos agotados pero muy contentos de haber llegado a la cima. Ese día habíamos caminado más de 12 horas. Nunca había caminado tanto en mi vida, y menos a esa altitud.
Día 6
Era el último día y el ambiente ya era completamente diferente. Ya no teníamos que preocuparnos de llegar a la cima ni de aclimatar. Sólo queríamos llegar abajo lo antes posible y poder disfrutar de la cama del hostal y de una ducha caliente. Durante el camino estuve probando de “conducir” la barra de Enhamed para guiarle. Después también estuvimos probando de ponernos en su posición. Por turnos nos íbamos poniendo en el centro de la barra con los ojos tapados mientras otros dos guiaban. Nos reímos bastante, sobretodo Enhamed. Al cabo de unas seis horas llegamos por fin a la misma puerta desde donde habíamos empezado unos días antes. Allí recogimos nuestros certificados, nos sacamos unas fotos de grupo y nos despedimos.
Estoy muy contenta de haber conseguido subir. Nunca había hecho nada parecido y estoy sorprendida de lo bien que lo aguanté. Una experiencia dura pero claramente recompensada.
Ahora llevo dos días en el hostal de Moshi descansando y ya estoy totalmente recuperada. Esperando a que llegue el viernes que viene una amiga mía, Blanca. Con ella iremos de safari cinco días a algunos de los parques más famosos de Tanzania. Así que la semana que viene vuelvo a hablar de animales.
Podéis ver las fotos del trekking y un pequeño vídeo de la llegada a la cima en los siguientes links.
Quina experiencia!!! Enhorabona!!!
El cami expectacular, la gent, l’esperit de superacio i de companyerisme!!! Totes les amistats que vas fent i amb qui comperteixes bons moments!!! Estic molt contenta i orgullosa!!!!
Gracies! si va ser una experiencia increible!!
Olè Cris!
Què fort… És molt bèstia! Enhorabona! Jo crec que m’hagués quedat amb el finlandés…
Quina gràcia el YMCA, va ser el primer alberg on ens vam allotjar a l’Índia.
Una cosa, estava flipant quan em vas dir que volies anar-hi sola! Ah, però no tenia present que igualment anaves amb uns guies locals… Vaig flipar molt. Ara ho entenc millor!
Abraçades i endavant!
Jajaj ya me’n recordo ya del hostal de la India!! Aquest és molt millor jajjaja
Doncs si clar….que anava sola vull dir que no erem cap grup de gent…xo tenia un guia que anava amb mi tot el rato!! Igualment per alla et trobaves amb molta gent amb qui compartir l’experiencia..i vaig tenir sort de trobarme els canaris per pujar al cim, pq sino hagues sigut bastant mes durillo!
Petons!!
que gran Cris! felicitats! quins paissatges més impressionants! i quina gent més maca que sempre et trobes!
la teva sombra al principi del video fa bastanta por! xDxD
Jajjaja….es que anava amb una jaqueta enorme!!!
Veig que compartim aficions; a mi també m’agrada passejar per la muntanya!
Molt be per haver arribat fins el cim, però si no ho haguessis conseguit també estaría orgullòs de tu perque el que val es intentar-ho.
Llàstima que no portessis una estalada, per deixar-la a dalt del cim!
Una pregunta d’un de ciutat: Perque és fa la escalada final per la nit?
Jajaj l’important es intentar-ho….pero si arribes molt millor! 😉
Doncs aixo de la nit també és un dubte que tinc jo. Es veu que es molt comú en ascensions de muntanyes altes començar de nit. Pel que vaig entendre és per dos motius. El primer es perque normalment el dia que s’arriba al cim l’estona que estas caminan sol se molt mes llarga que la resta, i s’intenta sortir el mes d’hora possible per evitar que l’escalada s’allargui massa i t’enganxi la seguent nit. Aquell dia vam estar caminan 12 hores…si haguessim començat a caminar de dia haguessim arribat de nit. Es bastan perillos que es fagi de nit i encara no hagis arribat, per tan es millor tenir força marge. A més a més també em van comentar que normalment el temps sol se millor durant la primera part del dia i que sovint a la tarda empitjora, per tan s’intenta aprofitar el bon temps. A part, crec que també es alicient afegit veure com surt el sol des de dalt. En fi….aquestes son les respostes que vaig obtenir quan ho vaig preguntar…
Et felicito per aprofitar al màxim el teu viatge per Àfrica. Ens has relatat experiències molt emotives de convivència amb la gent, tant la del país com em les persones que et vas trobant per el camí, experiències molt boniques amb el contacte amb els animals, les teves experiències amb les ONG en les que estes col•laborant d’una manera molt positiva i ara una gran experiència no solament física sinó també mental i de gran superació.
Aprofitar i gaudir de cadascun d’aquests moments és un gran regal per a tu mateixa i també un regal per a nosaltres en poder compartir-les
La meva més enhorabona. T’envio molta energia per poder continuar i una abraçada molt forta per haver arribat el CIM
Moltes gràcies!! Una abraçada!
Qué valiente eres! África es un continente que me encantaría descubrir, pero para nada me atrevería a subir al Kilimanjaro!! Desde luego es una experiencia que, aunque sea «fácil», no creo que todo el mundo pueda contar.
Desde luego no es fácil, pero lo más importante es la fuerza de voluntad. Yo tampoco sabía si podría hacerlo, pero la satisfacción al llegar a la cima es indescriptible!