Dahab es uno de esos sitios en los que después de pasar unos días querrías quedarte muchos más, de los que da pena irse, y el segundo día de estar allí ya estás pensando cuando podrás volver. Lo descubrí el año pasado buscando un sitio para ir a bucear. Había empezado a bucear a principios de año en Tailandia y me gustó tanto que quería dedicar la semana de vacaciones que me quedaba a bucear. Como tenía pocos días, no podía ir muy lejos, y como me habían hablado muy bien del Mar Rojo empecé a buscar información.  No tardé mucho en decidir que Dahab sería mi destino, así que en septiembre pasado pasé 9 días allí haciendo el segundo curso de buceo (Advanced Open Water) y buceando en varios sitios de la zona.

Dahab es un pequeño pueblo en la costa este de la Península del Sinaí, en Egipto. El Mar Rojo es un mar largo y estrecho, pero si miráis el mapa veréis que esta parte es mucho más estrecha aún. De hecho desde Dahab se ven perfectamente las montañas de la costa de Arabia Saudí. Al ser tan estrecho el mar está generalmente tranquilo, aunque a menudo soplan vientos fuertes que crean un poco de oleaje y corrientes.

La Península del Sinaí es una zona desértica, montañas rocosas y casi nada de vegetación. Sharm el Sheikh es la población principal de la zona, justo en la punta sur de la península, famosa por las zonas de buceo y muy popular entre los turistas ingleses y otros países principalmente del norte de Europa como destino de sol y playa. Aunque no he estado allí, en todas las guías lo describen como una zona llena de resorts y turismo masificado. Dahab tiene un estilo más hippie y aunque también hay algunos resorts en las afueras, la mayoría de visitantes son mochileros o turistas que quieren alejarse del turismo de masas. Dahab está a una hora en coche desde el aeropuerto de Sharm el Sheikh, subiendo hacia el norte por la costa este. La mayoría de hoteles y centros de buceo de Dahab ofrecen la opción de recogerte en el aeropuerto, por un precio más que razonable, lo que es bastante conveniente, ya que el transporte público no ofrece muy buenas comunicaciones.

Las dos veces que he estado allí  he volado con Turkish Airlines, que tiene un vuelo que llega a las 3.30h de la madrugada. Aunque parece una hora bastante incómoda de llegar, es perfecta para ver el amanecer. Sales del aeropuerto cuando aún es negra noche y se va aclarando el día mientras descubres que estás en medio de la nada, una carretera entre montañas rocosas que se vuelven de un tono rojizo cuando aumenta la luz del sol. Se llega a Dahab cuando el sol justo acaba de salir por el horizonte.

A las 5 de la mañana no hay nadie despierto en Dahab, algún camello buscando comida entre la basura y nada más. Al llegar en coche, se entra por la parte de detrás del pueblo (la más alejada del mar) que está bastante “dejada”, con hoteles abandonados y edificios a medio construir. El turismo ha bajado mucho desde las revoluciones en Egipto de 2011 y  esto ha hecho que muchos hoteles y negocios cerraran o no llegaran a abrir. La primera impresión es bastante chocante y es difícil imaginar que eso va ser el paraíso que te habían descrito. Después de dormir un rato al acercarte al paseo marítimo a una hora más decente, empiezas a ver el pueblo de verdad.

La gente que vive en la Península del Sinaí son beduinos, que significa “gente del desierto” y tienen sus costumbres y tradiciones propias y según ellos, poco parecidas al resto de los egipcios. El vestido tradicional es una túnica larga y blanca con un pañuelo en la cabeza también blanco. Aunque hoy en día muchos visten con ropa más típica occidental, aún se pueden ver varios beduinos con la ropa tradicional. Es difícil ver mujeres beduinas en la calle, ya que hacen vida en casa, sólo se ven niñas vendiendo pulseritas a los turistas. Aunque al principio pueden ser bastante insistentes para que les compres pulseras, con un poco de gracia puedes conseguir que se olviden de sus objetivos comerciales y  jugar o empezar una conversación con ellas y que te enseñen un poco de árabe o te expliquen algunas cosas sobre sus costumbres. Los beduinos son gente simpática, y aunque pueden hacerse pesados intentando que vayas a su tiendo o su restaurante la verdad es que tienen bastante gracia convenciéndote. Lo que más me gusta de ellos es que les hace mucha gracia hacer cosas que te hagan reír y siempre te ofrecen té beduino, buenísimo. A parte de los beduinos, en Dahab también hay varios expatriados, desde mujeres que se casaron con un beduino hace años y han montado su negocio y su familia allí, hasta varios instructores de buceo que han decidido instalarse en Dahab y llevar una vida más relajada.

En Dahab, como en muchas zonas del Mar Rojo, el buceo es espectacular, aguas cristalinas, muchísimos peces tropicales de colores vivos, grandes arrecifes de coral y casi siempre buenísima visibilidad. Además, Dahab es muy conocido entre los buceadores porque a menos de 10 quilómetros al norte del pueblo, se encuentra el Blue Hole. El Blue Hole es un enorme agujero en el mar de más de 100 metros de profundidad, situado justo en la costa. Una gran pared de coral, que se va haciendo más gruesa hasta llegar a unos 30 metros de ancho, forma un cilindro que separa el Blue Hole del mar abierto. A unos 65 metros de profundidad hay lo que se conoce como el “arco”, que viene a ser como un túnel que conecta el Blue Hole con el resto del mar y por donde se puede pasar buceando. Debido a su profundidad es una inmersión muy peligrosa y solamente los buceadores técnicos experimentados pueden hacerla. Aunque no podamos ver el famoso arco, bañarse, hacer snorkel o bucear a poca profundidad en el Blue Hole es una experiencia impresionante. Si te pones justo en medio se ve un azul intenso infinito y si nadas por los laterales se puede observar toda la vida marina que hay en el arrecife de coral. El Blue Hole también atrae a muchos “freedivers” (apnea) ya que tiene mucha profundidad para bajar verticalmente.

La mayoría de centros de buceo y restaurantes de Dahab se concentran en la bahía del centro del pueblo. El paseo de la playa está lleno de bares y restaurantes uno al lado del otro. Hay desde los bares más simples para comer pizzas o bocadillos por unos 5 o 6 euros, la mayoría con tumbonas al lado del agua ideales para tomar el sol entre inmersiones, hasta restaurantes un poco más sofisticados que ofrecen comida beduina e internacional. En estos restaurantes se come muy bien, se puede cenar pescado o marisco fresco bueno por uno 12 o 15 euros. Además se encargan todo el rato de que estés satisfecho con el servicio. Te traen aperitivo, con diferentes platitos de humus y verduritas, y te limpian la mesa constantemente. Lo más curioso es que al final de la cena viene el camarero con una especie de jarra llena de agua. Primero te limpia las manos con unos trozos de limón pequeños y después te tira el agua de la jarra para que te frotes las manos. Excelente servicio que supera de lejos las típicas toallitas con olor a limón que tenemos nosotros.

Hay muchos centros de buceo y muchos de ellos con buena reputación, lo que hace difícil seleccionar uno. Antes de ir el año pasado estuve bastante tiempo comparando varios centros y al final me decidí por Desert Divers. Los precios de los cursos son muy parecidos entre todos los centros, pero Desert Divers tenía una página web muy bien hecha y con explicaciones claras sobre todas las actividades y además ofrecía packs de actividades que me parecieron muy convenientes y bien de precio. Este centro lo lleva Tanis, una mujer canadiense que se casó con Said,  beduino, y lleva más de 10 años viviendo allí. Tienen dos instructores, curiosamente irlandeses los dos, Claire y Steve, y un par de Divemasters (guías de buceo) beduinos, todos muy simpáticos. El año pasado hice mi curso con Claire y me gustó mucho, así que este año repetí. He hecho el curso de Rescue Diver también con Claire y con Ellen, una chica belga que está haciendo su Divemaster en Desert Divers (el Divemaster son como unas prácticas de buceo que duran unos cuantos meses y que te permiten ser guía y asistente de instructor).

En el curso de Rescue Diver, como el nombre indica, aprendes técnicas de rescate y primeros auxilios en el buceo. Son cuatro días de curso en el que te enseñan varios ejercicios y te reproducen varios escenarios simulando que hay diferente problemas, desde un buceador con ataque de pánico en superficie, un buceador inconsciente bajo el agua o un buceador desaparecido. Tengo que decir que tanto Claire como Ellen le pusieron muchas ganas y imaginación para crear situaciones en las que yo tenía que actuar como rescatadora. Fue duro pero divertido. Un ejemplo de escenario fue avisarme mientras estábamos en el bar acabando de comer y que me dijeran que había un buceador desaparecido. Entonces tienes que dejar lo que estás haciendo, ponerte todo el equipo de buceo corriendo, lo que no es fácil y genera situaciones bastante graciosas, y salir a buscar al desaparecido siguiendo todo el protocolo. Espero no tener que aplicar nunca lo que he aprendido en este curso, pero creo que son cosas muy útiles de saber y que te hacen bucear con más seguridad. En Dahab estuve con mi madre, mi hermana y su novio, y mientras yo hacía este curso ellos hicieron el curso de iniciación (Open Water Diver) con Steve, que superaron sin ningún problema.

El día siguiente de acabar el curso, y ya que ellos eran buceadores certificados, fuimos a hacer un par de inmersiones en una zona al norte de Dahab, que se llama Ras Abu Gallum. Para llegar a Ras Abu Gallum cogimos un jeep hasta la zona del Blue Hole, y allí cogimos los camellos, cargados con todos los equipos de buceo y hicimos un paseo de una hora más o menos hasta llegar a un pequeño pueblo beduino. El camino hasta el pueblo es precioso, a la derecha tienes el mar y a la izquierda las montañas rocosas, y además estábamos completamente solos. Si el paseo en camello ya es increíble, más increíble es bucear allí, empezar la inmersión en una zona desértica donde no hay nadie es espectacular. Además, una familia beduina nos preparó una comida buenísima.

Al día siguiente no podíamos bucear porque cogíamos un avión al Cairo por la noche (por los cambios de presión tienen que pasar 24h desde la última inmersión antes de coger un avión) así que hicimos una excursión en jeep por el desierto. Aquí también estuvimos solos en el desierto y la sensación es impresionante. Nos acompañó “Barracuda”, como le llaman los amigos, un guía beduino de Desert Divers, que se conoce el desierto perfectamente y se encargó de que el jeep corriera al máximo por la arena. En este desierto hay varias formaciones de cavidades rocosas que tienen formas y colores muy bonitos, nosotros fuimos a ver el Double Canyon y estuvimos subiendo y bajando por los diferentes huecos entre las rocas. Después pudimos comer otra vez con una familia beduina que tenía una casa en medio del desierto y por la tarde fuimos a jugar como niños pequeños en una inmensa duna de arena.

Bueno, hasta aquí nuestro viaje a Dahab. Es la segunda vez que voy y me ha vuelto a encantar, espero poder volver. Es un sitio muy recomendable así que os animo que lo tengáis en cuenta para vuestras próximas vacaciones. Además está a solo unas 5 horas en avión y la combinación de vuelos es muy buena para ir de viernes a domingo y pasar allí una semana larga, cuando os queden pocos días libres y no podáis hacer un viaje más largo. Es un sitio muy tranquilo, con muchas actividades para hacer, y si viajas solo, enseguida te sentirás acompañado, tanto los beduinos como los expatriados que viven allí te harán sentir como en casa.

Podéis ver las fotos en el siguiente link!